Antes de que pasara nada sabíamos que si pasaba algo nuestros gobernantes bienamados habían preparado el terreno para echarle la culpa de la tercera ola a la Navidad. Pero no siquiera a la Navidad tradicional, sino a esta Navidad confinada, limitada y perimetrada, sin Año Nuevo, con estado de alarma, toque de queda y comunidades cerradas. Pasara lo que pasara, el gobierno ya tenía preparado en cualquier caso su comodín para echar la culpa a la Navidad. Pero sin tampoco decretar un confinamiento total si eso es lo que realmente creían necesario para evitar la posible oleada de contagios y quedarse sin comodín. De hecho si no había tercera ola la puerta quedaba abierta para ponerse la medalla, gracias a todas las medidas adoptadas, de haber evitado un rebrote por Navidad. Criminalizar la Navidad era un win/win para el gobierno en cualquier escenario, bien es cierto que este gobierno tampoco necesita muchas excusas con o sin pandemia para desnaturalizar la Navidad.
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Dicho esto, parece que ha pasado la Navidad y ahora tenemos un rebrote. Claro que esto no implica necesariamente una relación. O sea, es el tipo de escenario en el que alguien podría pensar que el lechero no llega a casa hasta que ladra el perro y no a la inversa. Es por ello que quizá merece la pena profundizar un poco en esta cuestión.
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Si observamos la gráfica de contagios de Israel, por ejemplo, nos encontramos con que allí también hay un rebrote por Navidad. Sólo que allá no celebran la Navidad. Es decir, la celebra el 2% de israelíes cristianos que no son judíos (75%) o musulmanes (17%). O sea, que el lechero puede llegar aunque el perro no ladre y puede haber rebrote sin Navidad.
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Podemos observar también la existencia de un rebrote importante por Navidad en Japón, al menos para los parámetros de lo que está siendo la pandemia en Japón, sólo que en Japón tampoco celebran la Navidad.
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Por el contrario, no observamos un rebrote particularmente llamativo en Francia, donde sí celebran la Navidad.
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Sin siquiera salir de España podríamos también preguntarnos, a la vista de las cifras, si es que en Galicia, Asturias o Canarias no han celebrado la Navidad como los demás. Puestos a buscar explicaciones a la virulencia del rebrote en España, alternativamente a la hipótesis navideña podríamos pensar en la llegada a la península de la cepa británica, tanto a través de Gibraltar como de Barajas. Puede que sí o puede que no, en cualquier caso es lógico que esta hipótesis le interese mucho menos al gobierno que echar la culpa a la Navidad. A fin de cuentas el gobierno respecto a la aparición de esta cepa británica una vez más hizo gala de una absoluta desidia a la hora de controlar las fronteras.
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Como todo lo que tiene que ver con la pandemia la política y la ideología se mezclan indeseablemente con la realidad. No se podía hablar de un “virus chino” porque eso era xenofobia, pero se puede hablar todo lo que se quiera de una “cepa británica”. Seguramente es justo recalcar que las familias españolas han celebrado la Navidad muy mayoritariamente con toda la prudencia aplicable a una situación como la actual. A lo mejor, por otro lado, ni siquiera hay un evento desencadenante y el virus se propaga a lo largo del año en forma de oleadas hagamos lo que hagamos. De hecho todos los países están teniendo oleadas sucesivas si bien con distintas alturas en las olas. En octubre ya tuvimos una segunda ola y no había Navidad. Si la siguiente ola llega antes de la próxima Navidad, ¿a quién le echaremos la culpa? La realidad es que con razón o sin ella el poder echar la culpa a la Navidad al gobierno le viene de perlas.
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