Un artículo publicado en El Mundo sobre la Educación en España, significativamente titulado “Educación para la mediocridad”, tuvo ayer en las redes sociales una cierta repercusión. Más allá del parto de la última reforma educativa de la ministra Celaá, al menos en calidad de portavoz o ejecutora, una parte relevante del artículo se dedicaba a comparar la evolución en las últimas décadas entre España y Corea del Sur.
X
Resulta que Corea del Sur, con todo lo lejana que nos pudiera parecer, tuvo su guerra “civil” en los años cuarenta que, aparte de dividir el país y extenuarlo económicamente, permite establecer una comparativa relativamente peculiar. Por una parte, la más obvia, respecto a Corea del Norte, donde el comunismo ha dejado a esa parte de Corea sumida en el totalitarismo y el subdesarrollo, frente a la libertad, pujanza y riqueza de Corea del Sur. No obstante, Corea del Sur salió de la guerra civil con una dictadura de derechas, lo que por otro lado añade un punto adicional respecto a la comparación con España. Corea del Sur también tuvo su transición y el hecho es que en 1960 el producto nacional bruto de Corea del Sur era la cuarte parte del de España y ahora es un 20% superior. ¿El motivo? La tesis del artículo es que la Educación. Corea del Sur tiene 3 universidades entre las 100 mejores del mundo y 7 entre las 200. España, como es manifiesto, no tiene ninguna universidad entre las 100 mejores del mundo. Eso sí, tiene más universitarios que nadie, pero seguramente también los más mediocres del mundo.
X
Abundando en la tesis del artículo, puede observarse que el PIB per cápita de Corea del Sur era de 10.018 dólares en 1999, frente a los 14.760 de España. En 2019 el PIB per cápita de España fue de 26.430 dólares frente a los 28.472 de Corea del Sur. Si animado por la curiosidad alguien consulta la posición de España y la de Corea del Sur en el índice Doing Business del Banco Mundial, el cual refleja las facilidades burocráticas, fiscales y laborales para montar un negocio en cada país, se encontrará con que Corea del Sur ocupa el 5 puesto del ránking y España, oh sorpresa, el 30, no sólo muy lejos de Corea del Sur sino también de Dinamarca (4) o Suecia (10).
x
Mérito, esfuerzo y conocimiento frente a adoctrinamiento
Aunque pueden cuestionarse algunas de las premisas del artículo, de lo que difícilmente puede dudarse es de la conclusión de que al gobierno pegatinero de España le importa muy poco la Educación, de lo cual la Ley Celaá y su exaltación del mínimo esfuerzo y el regalo de las titulaciones es una clara demostración. Obviamente el problema viene de más atrás, pero la Ley Celaá viene a ser una especie de culminación. Obviamente hay alumnos brillantes y esforzados pese al sistema, ¿pero qué pasa con los demás? Al gobierno se le llena la boca hablando de Educación pero el desprecio que siente por ella se manifiesta en cuanto se pone en contraste con el mundo real, un mundo real en el que por ejemplo Adriana Lastra es diputada o Ada Colau alcaldesa de Barcelona. No se requiere un historial académico sino un historial en el activismo para acceder a los puestos, incluso a los puestos de gestión. Este es el mensaje real que se le manda a la juventud. Esto es desprecio a la Educación.
Un comentario
Aristocracia: Forma de gobierno en que el poder está en manos de las clases sociales altas.
Democracia: Sistema político basado en la soberanía del pueblo con derecho a elegir y controlar a sus gobernantes.
Pues en España ni aristocracia ni democracia, aquí tenemos «mediocracia», o sea, el gobierno de los mediocres.
Un ejemplo: Cataluña, año 2020, palabras de Josep Bargalló, Conseller de Educació: “Los profesores enseñan demasiado en sus aulas y lo que hace falta es potenciar más las habilidades de cada individuo”. O sea, habilidades sí, conocimientos no; y digo yo, pero si no tienes conocimientos ¿para qué quieres las habilidades? ¿las puedes aplicar en algo que no conoces?. Pues ideólogos de ese estilo y calibre son los que desde hace 40 años vienen inspirando leyes como la LOGSE, la LOE o esta última: la ley Celaá. Con estos bueyes (nunca mejor dicho) tenemos que arar.