La reflexión de la que parte este análisis es la resolución de la Audiencia de Madrid concluyendo que no existe ninguna prueba de la acusación de acoso sexual de Podemos contra uno de sus ex-abogados, la cual le cayó encima al ser despedido tras empezar a resultar molesto por algunas denuncias. Todos recordamos además a los líderes de Podemos, empezando por Pablo Iglesias, dando pábulo a esas denuncias.
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Este tipo inventó que Calvente, el ex coordinador legal de su partido, acosaba laboral y sexualmente a una de sus compañeras.
“Se trata de un caso de acoso sexual muy grave”
Es vicepresidente del Gobierno… pic.twitter.com/4YUbQDN5E7
— Toni Cantó (@Tonicanto1) December 22, 2020
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Seríamos ingenuos si dijéramos que nos extraña la poca repercusión mediática, no digamos política, que ha tenido el archivo de esta denuncia y sobre todo la gravedad de que una denuncia de este tipo, sin ninguna prueba, sirva para respaldar el despido y las represalias contra un abogado de la propia formación morada el cual en un momento dado se convierte en una molestia. Esto no es corrupción, es directamente la mafia, lo que nos lleva al núcleo de la reflexión a plantear y es que hay cosas que son mucho peores que la corrupción.
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O sea, no es que la corrupción sea buena, la corrupción es malísima, no se trata de justificar la corrupción de nadie, el problema es que la corrupción no es el único mal ni seguramente el peor. Es decir, un político que se dedica a cobrar comisiones y hacer una pequeña fortuna es sin duda un gran mal, más aún cuando su comportamiento se empieza a multiplicar. No obstante, se trata de un mal que seguramente no pone en riesgo la propia estructura del sistema. Por el contrario, puede resultar mucho más temible alguien incapaz de robar un euro, pero capaz de matar o encarcelar a todos los que se oponen a sus designios. Pensemos en el “emérito”, por ejemplo, insistiendo una vez más en que no se trata de defender ni justificar sus actos. No obstante, pese a todas las cosas que parece poco dudoso que hizo muy mal, al mismo tiempo se le reconoce que fue capaz de participar decisivamente en el pilotaje de una dictadura a un régimen de libertades, con todos los defectos e imperfecciones que se quiera. O que su jefatura del estado coincidió con una prolongada época de prosperidad y convivencia, cosas que ahora se están viendo en peligro y no por la corrupción, sino por el talante de los dirigentes actuales y las formaciones en que se apoyan. Es mejor un corrupto que te robe a un fanático que deje sin derechos o si le llevas la contraria te meta en la cárcel. No es que sea buena la corrupción, es que es mejor sufrir a Chirac que a Stalin.
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A lo mejor Otegui o Junqueras no han robado nunca un euro, al menos para comprarse ellos un castillo, pero las cosas que han hecho mal han sido mucho más graves y peligrosas que haber sido corruptos y haber robado dinero. Hemos podido acabar todos a tiros por su culpa, en el caso de Otegui recibir tiros es más que una suposición, hemos podido romper la nación, hemos podido arruinarnos y hemos podido ver cómo se volatilizaban nuestra libertad y nuestros derechos. De hecho asistimos a un claro recrudecimiento de estos últimos riesgos. Secuestro, sedición o denuncia falsa-infundada de acoso sexual son delitos más graves que corrupción. Y sin embargo la sociedad no lo percibe así y los responsables no reciben el reproche social y electoral correspondiente, lo que aumenta mucho más aún la peligrosidad de la situación.
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Por el lado positivo, pese al vértigo de saber que la presidencia la ocupa alguien capaz de manejar sin pudor alguno denuncias sin fundamento de acoso sexual, el hecho es que la izquierda y la extrema izquierda han perdido la capacidad crítica y de representar a los desfavorecidos porque están en el gobierno. No pueden decir que las cosas van mal, ni ser la voz de los que están teniendo problemas, porque están en el poder y los problemas están ahí no sólo cuando la izquierda está mandando, sino porque la izquierda está mandando.
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Hay 70.000 muertos.
El paro está en el 16%.
El paro juvenil es de casi el 45%.
Hay colas del hambre.
Hay, no contabilizados como parados, unos 750.000 españoles en ERTE.
De esos 750.000 españoles en ERTE, unos cobran y otros no.
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Todo esto sin considerar las agresiones constantes a los derechos fundamentales, las leyes autoritarias o los discretos pero constantes recortes a las pensiones futuras por los que ningún pensionista actual protesta. Pero la izquierda no puede protestar porque está mandando. Es mas, al tratarse de un gobierno frankenstein que agrupa absolutamente a todos los partidos de izquierda por radicales y marcianos que sean, no queda ni un partido de izquierdas por más radical y marciano que sea que pueda protestar, porque está apoyando al gobierno bajo el que existen todas esas situaciones.
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El Pablo Iglesias vicepresidente, padre de familia numerosa y propietario de una mansión se ha comido al hijo del frapero. Los líderes de Podemos ya no están con los gobernados, sino con los que gobiernan. No son los que corren delante de la policía, sino los que nombran a los delegados del gobierno y a los jueces y dan las órdenes a la policía. No son los que pagan impuestos sino los que los recaudan. No son los que viven en el mismo lugar que antes de meterse en politica sino los que se han mudado a una mansión. Ellos han asaltado el cielo, pero dejando atrás a los de abajo. Ya no pueden representar a sus votantes. De hecho parece que sus votantes empiezan a darse cuenta de ello.
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Resulta difícil mirar al PSOE y encontrar algo reconfortante en la visión, pero mirar alrededor del PSOE es desolador. El socio que no ha sido condenado por secuestro lo ha sido por sedición, o se hace fotos con banderas de la URSS, alaba a Castro y lanza acusaciones de acoso sexual sin fundamento como parte de su concepto del juego político. No es que esté bien la corrupción. No es que no tengamos derecho a un gobierno limpio de corrupción. Pero a veces casi se echa de menos que todo el problema antes fuera la corrupción. Para acabar teniendo a Pablo Iglesias de vicepresidente no es que haya sido preciso bajar el nivel moral, sino eliminar directamente el nivel, cualquier nivel. Ya no hay un nivel que al franquearlo el vicepresidente o sus secuaces tuvieran que dimitir. De todo esto por supuesto el PSOE es responsable aunque suceda a su alrededor, de hecho sucede a su alrededor porque el PSOE es el centro del problema al apostar por estos socios para llegar al poder. Y no, tampoco es siquiera seguro que tengamos esto en vez de corrupción sino que en algún momento se desvele que tenemos esto y además corrupción. ¿Quedarán jueces no nombrados por los corruptos para juzgarlos llegado el momento? Eso forma parte de que el problema al que nos enfrentamos sea peor que la corrupción.
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