El Gobierno de Navarra ha anunciado en su último parte epidémico el fallecimiento de cinco navarros más a causa del coronavirus. No obstante, llaman la atención las edades de los fallecidos. Tres mujeres de 96, 95 y 67 años, así como dos hombres de 87 y 99 años. La edad media de los últimos 5 fallecidos, por tanto, asciende a los 89 años.
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Lejos de ser un hecho puntual, los datos muestran una y otra vez que el COVID-19 no es una amenaza uniforme para toda la población. Si tomamos los últimos datos de toda España desde el final del confinamiento, nos encontramos con que el 98,2% de los fallecidos son mayores de 50 años. Entre los 937.822 contagiados de menos de 70 años, los 1.238 fallecidos representan el 0,1%. Entre los 845.965 contagiados de menos de 60 años, la mortalidad baja al 0,05%.
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Si tenemos la curiosidad de consultar cuántos fallecidos por accidente de tráfico llevamos computados este año en las carreteras españolas, nos encontramos con que de enero a noviembre la cifra es de 745 fallecidos, frente a los 930 fallecidos en ese mismo período el año pasado. Sin duda el descenso refleja los meses de confinamiento y la paralización de la actividad, pero esos 745 fallecidos son muchos más que los 492 fallecidos por coronavirus de menos de 60 años. Para alguien con menos de 60 años, es bastante más peligroso coger el coche que el coronavirus.
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Todo lo anterior viene a cuestionar si tienen sentido medidas generalistas para combatir el virus cuando la pandemia tiene como objetivo un sector muy concreto de la población. ¿Tiene sentido una sola estrategia para toda la ciudadanía? Cuando llegue la vacuna, por ejemplo, ¿tendría sentido empezar la vacunación por orden alfabético en vez de por edad? Y si diferenciar según el riesgo para vacunar primero a los más expuestos tiene sentido, ¿tiene sentido no diferenciar para todo lo demás?
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Según se ha publicado en algunos medios en Alemania, además del resto de medidas de precaución, no se va a poder entrar o salir de una residencia de ancianos, ya se trate de visitas o de trabajadores de la propia residencia, sin hacer antes a la entrada un test de antígenos, esos test fiables, rápidos y baratos que sólo en Madrid llevan algún tiempo utilizando de forma intensiva. ¿Acaso no es lógico situar las defensas allá donde sabemos que el virus va a lanzar su ataque principal? ¿Cómo organizarían sus recursos militares nuestros políticos en una batalla? ¿Acaso distribuirían sus fuerzas por todo el frente en vez de concentrarlas donde se está produciendo el ataque?
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Se está hablando también de que se puedan realizar estos test en cualquier farmacia. Es decir, cualquiera podría hacerse un test inmediatamente antes de visitar a un pariente anciano. Llevado a otros extremos, todo el mundo podría hacerse un test antes de entrar en un avión o incluso en un restaurante. ¿Tendría eso un coste mayor, y no sólo económico, que paralizar toda la economía y confinar a toda la población?
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¿Estamos protegiendo mal a nuestros mayores? ¿Estamos adoptando medidas generales en un escenario en que deberíamos actuar por grupos de contactos, por barrios, por localidades, por segmentos de población, utilizando la cirugía en vez de la artillería? Da la sensación de que los datos invitan a desarrollar algún tipo de estrategia alternativa a que la gente, particularmente los mayores, vayan muriendo por oleadas, mientras no se hace nada entre un confinamiento general y otro confinamiento general. La propia ciencia, a la que tanto aplaudimos, ¿está ofreciendo una respuesta ágil y adecuada a la situación? Visto lo que tarda en desarrollarse una vacuna con todos los protocolos previstos para cuando sólo mueren somalíes, independientemente de los millones que se inviertan, ¿qué pasaría si nos enfrentáramos a una pandemia capaz de aniquilar a la raza humana en 6 meses? ¿Elegiríamos la extinción antes que saltarnos los protocolos? ¿Existe algo previsto para el caso de una epidemia más grave que el COVID? No es la naturaleza la que se tiene que adaptar a nuestra ineptitud. De momento da la impresión de que nada está previsto y que si viene un meteorito o un virus más agresivo que el COVID, no hay nada preparado ni sabríamos aprovechar el tiempo para la reacción.
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