Presupuestar el infierno económico

El estado de alarma infinito con todas sus restricciones, en el que pretenden sumirnos Pedro Sánchez y sus socios, representa una clara amenaza para los derechos y libertades fundamentales, a la par que pone en manos del gobierno, ilegalmente, un poder prácticamente absoluto. Esta sería la derivada política de la situación, pero la derivada económica no es mucho mejor.

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Ya con el primer brote las cuentas públicas del reino de España y sus autonomías saltaron por los aires de manera irremisible. La afectación económica de la pandemia resultaba evidente. Todos los cálculos presupuestarios de crecimiento e ingresos eran en marzo papel mojado. No obstante no se hizo nada, si acaso incluso aumentaron los gastos del estado.

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Ahora que nos enfrentamos a un nuevo brote y a un nuevo parón económico, todas las previsiones presupuestarias y todos los cuadros macroeconómicos vuelven a saltar por los aires. Todo debería ser revisado y por supuesto revisado a la baja y en negativo: ingresos, déficit, empleo, crecimiento.

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Nuestros gobernantes viven instalados en un estado de negación en el que les da lo mismo que las cuentas públicas cuadren o no cuadren, así como que se descuadren por una diferencia de 3 o por una de 33. Si la inoperancia sanitaria del gobierno es importante, la inoperancia en la gestión económica y presupuestaria sencillamente es atroz.

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Si nuestros gobernantes han decidido que no tiene por qué haber ninguna relación entre los gastos y los ingresos del estado, sencillamente que no hagan Presupuestos. Que no se tomen la molestia. Que se gasten cada día todo lo que quieran y que se olviden de tener que planificar la financiación de ese gasto y la correspondencia con una partida equivalente de ingresos. Si nos vamos a ir a un desfase del 10%, o del 20%, casi ya ni tiene sentido hacer Presupuestos.

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Tampoco tiene sentido subir impuestos, de hecho ni que haya impuestos. Si no tiene por qué haber una estrecha relación entre los gastos y los ingresos, ¿por qué se supone que debemos pagar impuestos? Si no pagamos impuestos, sencillamente el desfase será mayor, ¿pero acaso es importante que exista ese desfase? ¿En qué momento es importante un desfase? ¿Cuando el déficit público supera el 15%? ¿Por qué no el 80%?

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Las cuentas públicas tienen que estar equilibradas, como cualesquiera otras cuentas. Nos hemos acostumbrado a que el desfase de las cuentas públicas sea un estado natural y aceptable en tiempos de bonanza, y cuando llegan las vacas flacas nos hemos acostumbrado a que las cuentas públicas sencillamente afronten desfases de pesadilla. El problema es que los desafases de pesadilla no son sostenibles. Por un tiempo los puedes sostener tú, hipotecando tu futuro. Cuando tú ya no puedes soportar tus propios desfases, los desequilibrios se pueden mantener a costa de la ayuda exterior. Llegados a ciertos niveles, los desequilibrios van a ser tan abrumadores que nadie los va a querer sostener desde el exterior, y superado cierto nivel la ayuda exterior no podrá sostener los descuadres de la magnitud de un país como España ni aún queriendo.

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El Gobierno de España afronta la aprobación de unos Presupuestos Generales para el año que viene en medio de un estado de alarma infinito que tiene ramificaciones a todos los niveles menos, por lo visto, en el frente económico. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias parecen pretender gobernar como si creciéramos al 5% en vez de hundirnos al 15% y como si ingresáramos 150.000 millones de euros más de los que realmente tenemos. En realidad puede que ya de todo lo mismo. Para alguien sensato para el que otra cosa que un déficit público del 0% o un cierto superávit es locura, hablamos de desequilibrios tan delirantes que lo que haga el gobierno ya no puede ser mucho más preocupante. O sea, si ya estamos por encima de la planta 25, no tiene sentido agobiarse mucho por si nos siguen subiendo todavía más para tirarnos desde la 35. En cualquier caso acabaremos con una irrelevante diferencia de tiempo convertidos en ketchup.

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