Desde entidades como la Asociación para la Verdad Histórica y la Justicia (sobre la que se puede consultar más información aquí), cuya finalidad está orientada como respuesta polaca a la amenaza de la Ley de Justicia para Supervivientes No Compensados a día de hoy (la llamada Act 447, publicada en 2017), queremos recordar trágicos eventos como los que acontecieron en septiembre de 1939.
El día 1 del mes en cuestión, en el momento de la agresión alemana contra Polonia, se desencadenó la II Guerra Mundial, el mayor conflicto en la historia mundial. Su primera y mayor víctima fue Polonia. Desafortunadamente, esto es una verdad olvidada y mendaz a día de hoy. Lo mismo ocurre con la llamada «Campaña de septiembre«, que se aborda como si fuera una mera campaña de guerra, sin tener en cuenta el aspecto civil.
Regular, sistemática y metódicamente, los alemanes lideraron la guerra contra la población civil polaco, desde los primeros instantes. El bombardeo de Wielun, una ciudad irrelevante en la cuestión militar, es considerado por muchos como el comienzo de la guerra, y estaba dirigido a los civiles. «Después de la segunda redada, las destrucciones de la ciudad fueron enormes. Yo vi el hospital completamente destruido. Al lado de los hospitales, vi cuerpos colgados en las ramas de un árbol. Había muchos muertos y heridos tirados en las calles».
Cada día, la ruta de combate del Reich era marcada por crímenes en una pequeña pero también mayor escala. Puestos a ejemplificar, sigamos los acontecimientos de la primera semana de la guerra.
El 1 de septiembre, los soldados de la Wehrmacht en el pueblo de Szczygłowice ejecutaron a sus cuatro cuidadores en la carretera próxima a la factoría de explosivos Lignoza.
El 2 de septiembre, los soldados alemanes, tras alcanzar el área comprendida por las localidades de Łaziska Dolne, Górne and Średnie, habían ejecutado a chicos de alrededor de quince años de edad. También quemaron ocho granjas. La causa del asesinato fue la fuerte resistencia que ejercieron las tropas polacas en este área.
El 3 de septiembre, una fuerza especial de la Wehrmacht asesinó a 18 personas en Olszowka, quemando simultáneamente 35 edificios residenciales y una misma cantidad de granjas. Mientras, al día siguiente, soldados alemanes en el pueblo de Niechcice dispararon a dos granjeros, llegando a atar y quemar vivos en el terreno a los dos restantes.
El 5 de septiembre, soldados de la Wehrmacht agruparo a la población de Kluczewsko en frente de la estación militar, llegando a disparar a 6 personas y herir a 5. El pueblo fue incendiado con misiles, destruyéndose cincuenta y tres granjas como resultado de ello.
El 6 de septiembre, mientras que entraban en Dominikowice, las tropas germanas habían estado asesinando a sus habitantes y quemando sus edificios. Algunos intentaron escapar y refugiarse en un bosque próximo, pero desafortunadamente, algunos de ellos murieron durante la escapada. En total hubo 29 víctimas.
El 7 de septiembre, los soldados alemanes de los edificios de Adam Przespolewski, en el pueblo de Nowa Wies, detuvieron a un grupo de quince granjeros, a los que llevaron a Wylazlów, donde fueron ejecutados.
Es incluso difícil de comentar, pero es solo una pequeña parte de todo el historial de los crímenes de guerra de los alemanes durante sus primeros días. De haber indagado en mayor profundidad sobre estos días, los números se habrían duplicado o, incluso, triplicado.
La culminación del progresivo desorden fue el llamado Lunes Negro, el 25 de septiembre. Durante muchas horas de bombardeo, la Luftwaffe lanzó unas 600 toneladas de bombas destructivas de fuego, asesinando a alrededor de 10.000 personas e hiriendo a unas 35 mil. Edificios de utilidad pública como los hospitales tampoco se salvaron («en los hospitales, quitamos las banderas violentas con la Cruz Roja. Reconocimos así que los alemanes no solo no salvaron los hospitales, sino que, al contrario, los dispararon especialmente«).
Desafortunadamente, la brutal verdad es que el conflicto armado fue una gota en el océano de crímenes que comenzaron. La muerte no solo le esperaba a los soldados, sino también a los ancianos y a los niños. Tanto a mujeres como a hombres. A gente del campo y de la ciudad. Y así durante el periodo entero de guerra… Seis años de destrucción de Polonia en todos los niveles dejaron una brecha inimaginable, que aún no está rellena a día de hoy.