Quizá, a priori, salvo que el lector esté algo enterado sobre la cuestión a abordar, no es el día más apropiado para abordar de estas cuestiones. Pero como quien firma la columna tiene mucho que celebrar a día de hoy (sin hipocresía), no tiene problema en ir contra lo que para nada es la Hispanidad en sí: un Estado-nación que destruye esta realidad moral, espiritual y social, amenazando su Catolicidad.
De hecho, ya se dijo en su día que, si había que dar sentido político a esa reunificación hispánica a reivindicar, bajo perseverancia no coactivo-artificial en reafirmarnos en la misma, una confederación simbólica sería lo mejor, compuesta de fueros y otros entes descentralizados, sin un supraestado modernista y positivista, pero sí con libertad para comerciar.
Por lo cual, no ha de haber problema en abordar una propuesta «algo más concreta» (participando así en el debate sobre el «independentismo madrileño») sobre lo que puede ser un mecanismo de defensa contra el socialismo que azota tanto a los madrileños como al resto de españoles. Sí, dentro de esa evidente necesidad de articular un prusés en Madrid.
Esta «concreción» guarda relación con el interés en asegurar una mayor independencia política y económica para esas zonas de Madrid que, en sentido amplio, se consideran como «feudos de la derecha sociológica» (a la vista de los resultados electorales y de otros factores como el sentimiento patriótico y la práctica religiosa católica).
Para ello, en pos de un respeto sociológico, reivindicamos el derecho de secesión, respetando la identidad hispana y la tradición católica, de determinadas zonas de la geografía de la provincia madrileña.
— Confederación Madrileña (@DerechaMADLibre) September 24, 2020
Una Dixie en territorios castellanos
En 1861, varios Estados de la mitad sur de los actuales Estados Unidos de América formaron la Confederación de Estados Americanos (conocida coloquial y habitualmente como Dixie). El motivo de la misma fue el interés en salvaguardar los llamados «derechos de los Estados» y ver asegurada su libertad comercial.
Además, estos territorios, que no fueron ajenos a la huella legataria hispánica en su momento, destacaban por su sociología conservadora y tradicional (de hecho, así es aún en la actualidad, estando a la vista territorios como Texas, Alabama y Florida) frente al centralismo del estatismo socialista (hay muchas modalidades) lincolniano (lo de la esclavitud fue un «pretexto»).
Así que no es extraño que alguno de los que, de una u otra forma, se hace eco del interés que tiene debatir sobre el independentismo madrileño, haya pensado en llevar a la práctica de proposición su inspiración en la llamada Dixie norteamericana (esto no tendría nada que ver con el paganismo, el nacionalismo y el socialismo de los movimientos separatistas catalán y vasco).
De hecho, no tendría sentido reivindicar una «secesión contra-socialista» para promover otro centralismo a escala diferente, por lo que puede haber una unión simbólica que suponga un refuerzo estratégico al mismo tiempo que permite la descentralizacion en los barrios y los municipios, así como un considerable marco de libertades.
El sentido de las propuestas de patronazgo, configuración y capitalidad
En la cuenta de Twitter de la cual se ha citado una publicación anteriormente, se propone que el Arcángel San Miguel sea el patrón de esa «realidad» que sería la Confederación Madrileña. Esto es importante, pero no solo por su importancia en la localidad de Las Rozas, sino por ser patrono de los contrarrevolucionarios españoles y desafiar a ese mismo Satán que marca la Revolución.
Algunos dirán que «se está mezclando» la política con la religión, pero una vez más, cabe insistir en que conviene tener a Dios presente en el centro de nuestras vidas y que haya un ordenamiento en torno al derecho natural divino, que no a las concepciones iuspositivistas y artificiales de los distintos desarrollos revolucionarios y estatistas. De hecho, el nihilismo anticatólico es letal.
Dicho esto, en cuanto a la configuración, es recomendable encasillar, conforme a esta «propuesta de red», a esas áreas donde la izquierda es irrelevante. Figurarían los distritos capitalinos de Salamanca, Chamartín y Chamberí (junto a los barrios de Nuevos Ministerios, Aravaca, Mirasierra y Montecarmelo) y los municipios de Las Rozas, Majadahonda, Pozuelo de Alarcón y Boadilla del Monte.
Obviamente, la propuesta no es rígida no solo en tanto que se pueda plantear una descentralización adicional (capa), sino que se puede valorar la incorporación de más áreas (pero no solo de otros pueblos de Madrid Noroeste, sino incluso de comunidades de municipios más obreros como Fuenlabrada y Móstoles donde el socialismo no tuviera cabida para ser respaldado).
Hablando de capitalidad, yo también pienso que tiene sentido «otorgar tal título» a la ciudad de Pozuelo de Alarcón, no solo por ser un buen foco de práctica confesional católica (hay muchas organizaciones religiosas), sino por tener proximidad a la capital, buenas comunicaciones y otros visos estratégicos que posibilitan esta consideración (haciéndola más factible).
Una oportunidad de estudio y aplicación de la teoría del Estado del «tercer milenio»
En su obra El Estado en el tercer milenio, el príncipe liechtensteiniano Hans Adam II planteaba un paradigma de Estado más dinámico y empresarial, totalmente rompedor con la actual concepción de Artificial Providencia. Al mismo tiempo, enfatizaba en el derecho de secesión a cualquier escala (ya Mises nos recordó que este no era colectivo sino individual).
Por eso, esta propuesta puede ser una buena consideración práctica de esos postulados de cierta autoridad transalpina. De hecho, en estos momentos, estos municipios tienen bastante poder adquisitivo y atractivo empresarial así como un pequeño margen de libertad fiscal, con lo que una mayor libertad política y económica les permitiría asimilarse más a Liechtenstein, Baviera y Suiza.
Y, como se ha dicho al principio, no se trata de atacar la Hispanidad, sino de que el principio de subsidiariedad se vea más respetado (es más, Estado no es lo mismo que nación y comunidad). De hecho, la Hispanidad Católica será más venerada en la Dixie madrileña que desde autoridades gobernadas por personajes como Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Isa Serra y Manuela Carmena.