El pasado jueves, en un ambiente raro dadas las circunstancias, dentro de un ambiente que ya es raro de por sí, se celebró el Leiza el pequeño homenaje de quita y pon que tiene lugar todos los años por el asesinato en 2002 del cabo de la Guardia Civil Juan Carlos Beiro. De quita y pon porque en Leiza, como en tantos otros lugares, no se puede dejar una placa permanente en homenaje a una víctima de ETA. Recordemos que los restos de Miguel Angel Blanco tuvieron que ser trasladados a Galicia porque su tumba en Ermua era constantemente profanada. Así de maravillosa es la sociedad cuando la controla el nacionalismo vasco.
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A diferencia del año pasado, el silencio institucional ha acompañado el aniversario de este año, a causa del encontronazo que la viuda de Beiro tuvo con María Chivite, el mismo que por otro lado tuvo antes con Barkos. Si te arrejuntas con la izquierda abertzale por la tarde, no vayas por la mañana a que te abracen las víctimas, la lógica no parece tan complicada. Hasta la propia Chivite sin ser viuda reconoce que la izquierda abertzale, su pata de apoyo presidencial, todavía no ha terminado de recorrer el camino hacia la condena de la violencia de ETA. ¿Qué espera que piensen las víctimas? La incomodidad de los socialistas respecto a la relación con las víctimas es directamente proporcional a la comodidad en su relación con la izquierda abertzale.
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El desprecio del gobierno foral por el aniversario de Beiro contrasta con la convocatoria del Foro Social Permanente de Navarra y el Plan de Convivencia que está elaborando el Gobierno de Navarra. Un plan del que Navarra Suma se ha bajado, dice el gobierno que autoexcluyéndose. La cosa sin embargo se muestra bastante clara. Cuando más te alejas de las víctimas de la violencia nacionalista, más foros, más planes y más figurones tienes que impulsar como mecanismo compensatorio.
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Otra cosa bastante obvia en todo este asunto es que para arrimarte a Bildu sin mancharte demasiado tienes que blanquearlo. A más te arrimas, más necesitas blanquearlo, lo que supone que ahora mismo hay que blanquear mucho a Bildu. Por otro lado, para limpiar a Bildu hay que ensuciar a sus víctimas. Hay que equilibrar la legitimidad de los dos bandos. El bando de los asesinados por ETA tiene que dejar de ser el bando de los que luchaban por la libertad. Incluso por la libertad de ser nacionalista. Ahora hay que convertir el bando de los asesinados por ETA en el de los torturadores, los fascistas y los terroristas del GAL. Así las víctimas de ETA no son tan buenas, pero la ETA y la izquierda abertzale no son tan malas. No tiene que haber vencedores ni vencidos. De este modo se puede pactar tranquilamente con la izquierda abertzale y hasta se pueden vender muchos libros de filosofía para mascotas. En realidad sí hay vencedores y vencidos. Vencen los que pusieron las bombas. Vencen porque pusieron las bombas.
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Parece ser para acabar que el año que viene prescribirá el plazo para poder juzgar a los asesinos de Beiro, crimen que permanece irresuelto. Tal vez un juzgado argentino pueda hacer algo dentro de unos años. Lamentablemente vivimos en un momento en que una parte de la sociedad, no digamos de la clase gobernante, duerme mejor no cuando se detiene a los terroristas, sino cuando prescriben los crímenes de los terroristas. Un problema menos para todos los no asesinados por ellos.
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