Hay que empezar a pensar que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias son gafes. O sea, son todo lo demás que son y además gafes. Ayer mismo Pedro Sánchez anunciaba que las vacunaciones en España podrían comenzar en diciembre. Pues bien, a las pocas horas se anunciaba que Astra Zeneca, la empresa que está desarrollando la vacuna de la Universidad de Oxford, paraliza los ensayos de la vacuna por la aparición de efectos secundarios relevantes en uno de los voluntarios sobre los que se estaba probando. Efectivamente, la vacuna por la que apuesta el Gobierno de España es esta que ahora se paraliza. Las acciones de Astra-Zéneca caían un 8% en el mercado after-hours tras conocerse la noticia.
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El reverso positivo es que, entre miles de voluntarios, tampoco resulta extraordinario que alguno de ellos presente efectos secundarios relativamente severos. No hay ningún medicamento o vacuna ni que tenga un 100% de fiabilidad ni que sea 100% seguro. Una vacuna sale adelante si los efectos secundarios resultan extraordinarios y resulta eficaz para la inmensa mayoría de los vacunados. El hecho de que una persona presente síntomas secundarios durante los ensayos no debería representar más que un pequeño retraso y lo cierto es que raro sería que nadie en la prueba de una vacuna presentara algunos efectos secundarios, no está pasando por tanto nada fuera de lo previsible. Por otro lado aún tenemos muy pocos datos respecto a lo que ha pasado. Puede que esta persona presente síntomas de escasa gravedad y se recupere rápidamente. En cualquier caso son decenas las vacunas que se están desarrollando y las habrá que den mejores resultados que otras. La cuestión es que no podemos esperar a ver cuál da mejor resultado para empezar a comprarla. La aceleración del proceso de comenzar la vacunación no pasa sólo por los plazos para comprobar su eficacia y seguridad, sino también para tener preparado el stock necesario de vacunas que permita empezar a distribuirlas en cuanto se verifique su validez. Es decir, no podemos esperar a ver cuál es la vacuna buena y empezar a fabricarla después, lo que retrasaría semanas o meses la vacunación efectiva. Lo que están haciendo muchos países es comprar lotes de varias vacunas para empezar a usar la primera de ellas que pase las pruebas, no fiando todo a una sóla vacuna. Obviamente comprar vacunas antes de saber cuál va a ser la primera aprobada o la más eficaz supone un gasto extra de dinero, pero en este momento y con la afectación de la economía es seguramente el gasto más racional o la pérdida más asumible y con más contrapartidas positivas de todos los planes enloquecidos de gasto que se están diseñando. Puede que para diciembre no esté preparada la vacuna de Oxford, o puede que sí pese a este parón, puede que todas las vacunas tengan que enfrentar alguna incidencia, pero para esas fechas serán muchas las que si no una otra habrán empezado a revelarse como eficaces y seguras. Confiemos que particularmente con los ancianos, que son con diferencia el mayor grupo de riesgo, por no decir el grupo de riesgo.
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Desaparece la mortalidad desde mayo en tramos de 2 a 50 años
En este sentido El Confidencial publicaba ayer unas gráficas muy reveladoras a partir de los datos oficiales del Instituto de Salud Carlos III. Esas cifras muestran, por ejemplo, que efectivamente el grupo de riesgo de este coronavirus son los mayores. Excluyendo a los ancianos, las cifras de fallecimientos son muy bajas, un 0,1% entre los 50 y los 59 años. Entre los menores de 50 años, la mortalidad del virus es escasísima, tendente a cero en términos estadísiticos. También se pone de manifiesto en la gráfica que en el actual “rebrote” las cifras de mortalidad son significativamente inferiores entre los enfermos de todos los tramos de edad que en los meses de abril y marzo. Seguramente porque ahora el sistema sanitario no está superado.
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Otro dato alentador es que el porcentaje de fallecidos sobre el total de enfermos muestra un gran descenso entre los ancianos infectados. Antes de mayo la proporción de muertos entre los ancianos infectados superaba el 20%, mientras que ahora apenas supera el 5%. Da la impresión de que no estando saturado el sistema sanitario las cifras de supervivencia han mejorado de forma muy significativa. No es que un 5% de mortalidad sea una cifra poco considerable, pero es mucho menor que hace unos meses.
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También se observa que el porcentaje de ingresos UCI ha caído significativamente respecto al primer brote aunque más en el resto de grupos que en el de los más ancianos. Esto llama un poco la atención porque parece indicar que a los mayores se les enviaba menos a la UCI o porque se consideraba que no mejoraban mucho sus expectativas o porque se produjo un cierto triaje. En todo caso el triaje no es responsabilidad del mal hacer de los médicos, sino de la avalancha de enfermos a la que se enfrentaron. En este sentido una vez más nos topamos con la evidencia de que en España se produjo una avalancha desbordante de infectados porque se reaccionó tarde y mal a la llegada de la pandemia. Y por supuesto porque, recuérdese la confesión de Irene Montero, aquí estábamos celebrando el 8M mientras en el resto de los países ya se estaban tomando medidas muy drásticas. «Muy drásticas, tía», en la terminología exacta de la ministra.
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Un comentario
La clave son esas gráficas.. el % de fallecidos por tramos de edad y el % de ingresados por uci por tramos de edad.
tramo entre 1 y 50 casi cero…