De las previsiones vamos pasando en muy poco tiempo a la cruda realidad que las confirma. El Diario de Noticias publicaba hace un par de días el dato de que la recaudación fiscal en Navarra ha caído un 19%. Esto como decimos ya no es una previsión, sino una confirmación. ¿Se recuperará la economía hasta final de año o todavía tendremos que hacer frente a un fuerte deterioro? ¿Cuándo recuperaremos los niveles perdidos? Y hasta entonces, ¿cómo y cuanto seguiremos gastando y a qué precio?
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En los siete primeros meses del año los ingresos de la Hacienda Foral alcanzaron los 1.535 millones, 361 millones menos que en el mismo periodo del año anterior. Podría pensarse que esto, si no se acomete ningún recorte, ya significa un agujero de 361 millones, pero la cosa aún es peor.
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Mientras los ingresos se han desplomado durante la primera mitad del año, el Departamento de Salud ha aumentado el gasto en 88 millones. Desarrollo Económico ha aumentado en 62 millones, Cohesión Territorial en 35 y Derechos Sociales en 21. Teniendo en cuenta no sólo lo que se ha ingresado de menos, sino lo que se ha gastado de más, el desfase entre gastos e ingresos ronda los 500 millones de euros.
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Si fuera sólo por los propios recursos públicos de Navarra o España, estaríamos afrontando una auténtica quiebra. Es sólo gracias al apoyo de la UE y del Banco Central Europeo que este brutal agujero en las cuentas públicas puede ser financiado mediante deuda. Esto supone no sólo ampliar los límites previstos de endeudamiento, sino respaldar la deuda española. Es decir, para endeudarse no basta la voluntad del deudor de emitir deuda, sino que hace falta alguien que la compre. Librada a sus propias fuerzas, España estaría ya en quiebra porque nadie compraría sus bonos.
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Con eso y con todo, asistimos de nuevo a un enorme aumento de la deuda. Todos aquellos que criticaron el endeudamiento en la crisis anterior, están ahora en el gobierno, endeudándonos a toda velocidad. No sólo eso. No están llevando a cabo ningún recorte ni ninguna medida de austeridad, lo que eleva la necesidad de endeudamiento. Por si no aprendimos nada de la crisis anterior, la deuda siempre pasa factura. O mina tu solvencia, o estrangula tu futura capacidad de gasto, o ambas cosas. Tenemos un agujero enorme en las cuentas públicas, estaríamos quebrados sin la ayuda exterior y estamos estrangulando el crecimiento económico del futuro.
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Nos estamos tomando con mucha tranquilidad la quiebra del estado español. Como la UE ha decidido ayudarnos, mantenemos la ficción de que no está pasando nada, pero la deuda ha aumentado en 82.000 millones de euros entre junio de este año y el del año pasado. Sin que al mismo tiempo la administración está haciendo ningún esfuerzo para controlar el gasto, insistamos en ello.
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Puesto que ya no hay suelo bajo nuestros zapatos y no nos precipitamos en el vacío sólo porque nos sostienen países extranjeros, como poco podemos deducir que hemos perdido por completo nuestra soberanía. Si mañana la UE nos pide hacer esto o lo otro habrá que hacerlo porque no tenemos alternativa. O sea, la alternativa es la quiebra. El “escudo social” es una patraña que no paga el Gobierno de España, sino el contribuyente danés o sueco. No es por tanto por las buenas políticas de Pedro Sánchez o Pablo Iglesias que se pueden seguir pagando las cosas, sino por las buenas políticas de los daneses o los suecos. Por lo demás se puede decir que ya somos un país totalmente intervenido. La única cuestión es si nos encontramos ante una intervención dura o benevolente. De momento parece que benevolente, pero una intervención no es menos intervención por ser benevolente. Y por otro lado que una intervención pase en cualquier momento de benevolente a dura es algo que queda por completo a merced del interventor.
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Un comentario
Navarra, quién te ha visto y quién te ve.