Las cuentas de Podemos se encuentran sometidas ahora mismo a un intenso escrutinio, tanto por parte del Juzgado de Instrucción número 42 de Madrid, como por parte del Tribunal de Cuentas, como por parte de los medios. A partir de todos los datos que se van conociendo, incluyendo los referentes a las cuentas publicados en la propia web de Podemos, las conclusiones resultan bastante escandalosas. Al margen de lo que en su momento pueda encontrar de ilegal la Justicia, incluso asumiendo de momento que todo sea legal en las cuentas de Podemos cabe preguntarse en cambio si es coherente y moral. He aquí por qué lo decimos.
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En realidad Podemos, aunque en gran medida viva de las subvenciones del sector público, se parece bastante a una empresa. Es decir, para ganar dinero -aunque sea público- Podemos tiene que vender un producto, el cual compite por el favor del consumidor frente a otros productos. La peculiaridad de Podemos u otro partido es que el producto que ofrece al consumidor es su ideología.
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Pues bien, en las últimas citas con las urnas la gente le ha comprado menos su discurso a Podemos que en otras ocasiones, lo que se ha traducido en una disminución de votos, ergo de subvenciones. En definitiva a Podemos S.A. Le han bajado las ventas y los ingresos, lo que como a cualquier empresa le ha conducido a tener que llevar a cabo recortes y no pequeños.
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Por ejemplo, la formación antidespidos y antirecortes ha suprimido en el último año 222 puestos de trabajo.
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Los gastos de personal se han reducido de 13 a 11 millones de euros.
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Según lo publicado, la formación se ha acogido siempre a «causas objetivas» para llevar a cabo los despidos, lo que le ha permitido pagar la indemnización mínima de 20 días por año trabajado según permite la actual reforma laboral contra la que tan fieramente se expresan los líderes de Podemos.
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Muy significativamente, el 55% de los empleados de Podemos tienen un contrato temporal. El dato es muy significativo para una una formación que tanto clama contra la precariedad laboral pero que, como empleadora, recurre mucho más a la temporalidad que la media de las empresas españolas, en las que un 77% de los contratos son fijos.
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Mientras se despedía a los trabajadores, se precarizaba el empleo y se recortaba la masa salarial, Podemos sin embargo dedicó 1,4 millones a reformar su sede frente a los 650.000 euros inicialmente presupuestados. Por lo visto, esas eran sus prioridades.
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No deja de resultar curioso que mientras la presunta caja B de Podemos o irregularidades hipotéticas hayan levantado tanta polvareda, en cambio hayan pasado tan desapercibidas estas cifras ciertas. Puede que en todo lo referido no haya nada ilegal, pero indudablemente hay una enorme dosis de cinismo, hipocresía e inmoralidad. Cómo van a hacer realidad su discurso a escala nacional si ya sólo a la pequeña escala de su partido traicionan sus premisas por completo. Utilizando su propia demagogia, podría concluirse que mientras predica la revolución social Podemos practica el más descarnado terrorismo empresarial. Como siempre en estos casos las alternativas son dos y ambas malas para la formación ultraizquierdista. O hacen lo contrario de lo que predican por pura maldad, o porque lo que predican no es posible en el mundo real y no son mejores que los demás, si acaso más hipócritas y más ineficientes por irreales. En cualquier caso o tendrían que cambiar sus actos o su discurso para volver al terreno de la coherencia y la moral.
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