Es probable que la existencia de Suiza sea un grave problema para el nacionalismo vasco (o catalán) si se paran a pensarlo. El nacionalismo vasco nace como una reivindicación del pueblo vasco desde un punto de vista racial, que tras la caída del nazismo y la deslegitimación del racismo deriva hacia un nacionalismo basado en la lengua. El problema es que la mayor parte de los vascos no hablan vascuence, con lo que hay que concluir que no son vascos, o que sólo son vascos un pequeño porcentaje de los habitantes de la CAV y Navarra. Significativamente el nacionalismo no trata de resolver esta contradicción cambiando sus bases conceptuales, sino tratando de obligar a todo el mundo a que hable vascuence para que la realidad coincida con sus teorías en vez de las teorías con la realidad, que es la forma racional de fundamentar las teorías. Pero volvamos al caso de lo que sucede en Suiza.
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Resulta que el suizo no existe. Los suizos no hablan suizo. En Suiza se habla, dependiendo del cantón, o alemán, o francés o italiano. O sea, que para los nacionalistas vascos que basan la existencia de un pueblo en la lengua (Euskal Herria, la tierra del euskera), Suiza no existe. El pueblo suizo no existe. Pero existe Euskal Herria como realidad política, igual que la república catalana.
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Suiza es el vivo ejemplo de que lengua y estado, incluso pueblo, no son términos que necesariamente se deriven unos de otros, y desde luego no en un sentido político. Suiza existe sin existir el suizo. La existencia de Suiza no sólo desmiente la idea de que para que haya un estado deba haber una lengua, también desmiente la idea de que no pueda haber más de una lengua en un estado. Y además lo hace de una forma radical.
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Es decir, en España se hablan varias lenguas, pero por lo demás resulta bastante evidente que los conceptos de lengua y estado no coinciden. No todos los que hablan inglés o español tienen que formar un solo estado. En un estado no tiene porqué hablarse sólo inglés o sólo español. Existen por otro lado estados con una uniformidad cultural, climática o étnica, como los que sueñan los nacionalistas, y otros que son plurales. En realidad muy pequeño y cerrado tiene que ser un país para poder basarse en al uniformidad.
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Pero es que en Suiza ocurre algo todavía más rocambolesco y es que no existe una lengua común. O sea, en España hay zonas en las que se hablan más lenguas además del español, pero en todas se habla español. Salvo alguna ministra no hay ningún español que no sepa hablar español. En Suiza en cambio tenemos un estado, y un estado además próspero, unido y boyante en el que no existe una lengua común.
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Aquí es donde el nacionalista podría ver un rayo de luz en la defensa de sus postulados y encontrar el asidero en que enganchar la idea de que Cataluña o la CAV fueran cantones lingüísticos en los que no se hablara y no fuera oficial el idioma español. Sin embargo, el modelo suizo no significaría tanto, o no sólo, aceptar que en España hubiera zonas en las que no se hablara español, como aceptar que en Cataluña hubiera zonas en que no se hablara el catalán, o en la CAV zonas en las que no fuera oficial el vascuence. De hecho en Navarra ya existe una zonificación lingüística impuesta por la realidad lingüística y social. A lo que aspiran en cambio los nacionalistas de puertas para adentro es a la exclusividad y la uniformidad, a la primitiva idea de una lengua una nación.
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Por lo demás, la existencia de Suiza es un desafío intelectual para los separatistas, pero aunque quede demostrado que la existencia de un estado no se identifica automática y necesariamente con la existencia de una lengua, podríamos concluir que Suiza existe pese a no tener una lengua propia ni una lengua común, pero que es mejor tener una lengua común. En Suiza es obligatorio aprender la lengua del cantón, que como se ha indicado puede ser francés, italiano o alemán, y una de las otras dos lenguas. O sea, que teóricamente podría ser posible que dos suizos se encontraran por la calle y no se entendieran. O que para entenderse tuvieran que hablar entre ellos usando el español que aprendieron yendo de vacaciones a Ibiza. Mejor dejarlo ahí para que a ningún nacionalista le explote la cabeza, pero aunque no todos los que hablan un idioma tengan que formar parte del mismo país, o todos los que forman parte de un país hablar el mismo idioma, evidentemente es una gran ventaja tener, como tenemos nosotros, una lengua común, siquiera para que cuando Torra se encuentra con Urkullu, u Otegui con Rufián, no necesiten un traductor.
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Un comentario
«O sea, en España hay zonas en las que se hablan más lenguas además del español, pero en todas se habla español». Hombre, me da la impresión -solo la impresión- de que en todas las zonas se puede hablar cualquiera de las lenguas…
«Sin embargo, el modelo suizo no significaría tanto, o no sólo, aceptar que en España hubiera zonas en las que no se hablara español». Seguro? Para los otros nacionalistas eso es impensable, inimaginable… aunque la ventaja principal de Suiza, no es su conformación lingüística, sino que guardan el dinero muy bien…
Otro buen ejemplo para los nacionalistas es el de los ESTADOS Unidos, en el que en ninguno de los tales estados se habla estadounidense… sino Inglés, de Inglaterra (ni siquiera la gran-británico, que no existe…). Análogamente al Castellano, de Castilla Pero en muchos de esos estados se hablan otras lenguas…