Todos sabemos en Navarra que una de las instituciones más internacionales que tenemos por acá es la Universidad de Navarra. Que es de Navarra, y que es universal, o sea, católica. Y que siempre se ha tomado muy en serio su universalidad. Hasta tal punto que algunos a veces nos hemos lamentado de cierta burbuja universitaria que posibilita cierto desapego del campus hacia las cosicas del Reino. O de cierta mirada de sabio despistado, que parece estar perdida en otras cosas que no son el aquí y el ahora de la desasosegante vida política nacional. Por eso es de justicia aplaudir que los responsables académicos de las áreas de la salud de la Universidad hayan decidido salir precisamente ahora a la palestra con un manifiesto contundente en defensa del derecho a la vida, desde la concepción hasta la muerte natural y contra cualquier manipulación que afecte a la buena formación de los profesionales sanitarios. Se sabía, pero han hecho bien en explicitarlo. Porque de vez en cuando hay que decirle este tipo de cosas al que manda; recordarle que no se pasará por el aro; aclarar que incluso el más optimista de los optimismos universitarios tiene sus límites.