Mientras nos entretenemos con el coronavirus, el gobierno social-comunista sigue empujando hacia adelante su agenda política en todos los terrenos, uno de ellos el educativo. Conviene por tanto no perder de vista lo que está sucediendo con la Educación porque, al mismo tiempo que se nos exige a todos sumisión al gobierno y no romper la sacrosanta unidad para salir de la crisis todos juntos (o ahogarnos todos juntos), al amparo de esa unidad acrítica se nos van colando todo tipo de contenidos destinados a precarizar el pensamiento crítico y adoctrinar al alumnado, incidiendo en la constante bajada de los niveles educativos en España.
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Recientemente, por ejemplo, se ha decidido rebajar los niveles de exigencia de las becas, de modo que una nota del 6,5 se baje al 5. O sea, que los trabajadores españoles tienen que hacer un sobresfuerzo para financiar las becas a los estudiantes, pero los estudiantes no tiene que hacer un sobresfuerzo para merecer las becas. Una vez más los progresistas confunden la ayuda a los pobres con la ayuda a los vagos. Los partidos de izquierdas no valoran el esfuerzo que a los españoles les cuesta ganar el dinero que después les quitan mediante impuestos.
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El portavoz de VOX de la Comisión de Educación y Formación Profesional, Joaquín Robles, denunció ayer en el Congreso que un alumno pueda realizar el examen de Selectividad con asignaturas suspensas. De hecho tenemos una selectividad a la que se le puede llamar como sea menos selectiva, lo que por otro lado no impide que el nivel de exigencia siga bajando y bajando. Tampoco está claro que el régimen general de pseudo aprobado general impulsado este año por la crisis del coronavirus no vaya a instalarse como un elemento más del paisaje de la nueva normalidad. De hecho todo el programa de la izquierda, casi en cualquier apartado de la política, como los mandamientos de la Ley de Dios, se pueden resumir en dos: “te lo regalaremos” y “tendrás que esforzarte menos”. Lógicamente cada vez hay más fracaso porque incentivamos el fracaso. Salvo cuatro genios, la alternativa al fracaso es el esfuerzo. Desincentivar el esfuerzo es incentivar el fracaso. Desafortunadamente desincentivar el esfuerzo da votos.
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La diputada de VOX Georgia Trías aportó algunos datos como que, según Eurostat, España presenta un 14% de tasa de abandono escolar temprano, sólo por detrás de Malta y Rumanía. Portugal tiene sólo el 10% de fracaso. Está claro que nuestro fracaso no se explica por la falta de gasto. También está claro que todo el gasto del mundo no puede sustituir al esfuerzo y la desincentivación del sacrificio.
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Los sesudos análisis del progresismo educativo vienen a indicar que los titulados ganan más y tienen menos tasa de paro que los no titulados, ergo hay que universalizar las titulaciones, para lo cual a su vez hay que rebajar el nivel de las titulaciones y venir casi a regalar los títulos. El problema es que cuando a una entrevista de trabajo todos los aspirantes que llegan son astronautas se contrata al que además sabe inglés, porque ser astronauta deja de tener valor. La respuesta educativa progresista es regalar y universalizar también los niveles de inglés y vuelta a empezar.
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Georgia Trías señaló en cambio la escasa importancia y valoración social que se le da en España a la Formación Profesional. En nuestro país la FP representa el 12% frente al 29% de media de la UE. Para empeorar la situación, cuando el gobierno español le presta atención a la FP es para que en su plan estratégico se hable de la “visibilización de la dimensión de igualdad de género en todos los títulos de FP e incorporación de contenidos a todos los títulos”. O sea, ideología de género como eje de todos los programas educativos. Puede que su futuro mecánico no sepa reparar el motor de su coche, pero sabrá que si a un hombre sólo le atraen las mujeres o si una mujer rechaza el poliamor es a causa de Franco. Al gobierno no le interesa la enseñanza sino el adoctrinamiento, y no espera que de los centros educativos salgan estudiantes preparados sino legiones de futuros votantes con matrícula de honor en odiar a los que no piensan como el gobierno. A fin de cuentas la nueva política ha llenado los más elevados puestos de la administración de iletrados y personajes carentes de toda experiencia y preparación. Es decir, si para por ejemplo ser ministro o alcaldesa de Barcelona no hace falta ningún mínimo académico, no es creíble el discurso de que es importante y se valora la Educación.
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El remate de esta visión progresista de la Educación es acabar con la libertad. No puede haber una vía de escape para las familias que quieren para sus hijos una educación de calidad. Si el adoctrinamiento fuera voluntario y opuesto a la calidad mucha gente lo rechazaría, acaso la mayoría. Por eso la educación concertada es el enemigo a batir. Por eso la Ley Celaá quiere que la futura oferta de plazas concertadas no se corresponda con la demanda social. Los hijos son de Celaá. La pandemia, la expcepcionalidad y el gobierno por decreto son por otro lado la situación ideal para imponer esta agenda política por la puerta de atrás. De esta salimos todas unidas podemos con menor libertad.
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2 respuestas
Tres realidades universitarias:
Ninguna universidad española está entre las cien primeras del mundo, pero son tan caras como las mejores.
En España tenemos el doble de universitarios que Alemania, con la mitad de población. Pero, eso si, ¡triplicamos su tasa de paro!. Un monumento a la ineficiencia.
Si algo sobra en nuestros campus son vagos que vegetan durante años sin dar palo al agua, algunos de ellos pertenecientes a sindicatos estudiantiles, y que generalmente entorpecen la vida académica de quienes realmente quieren estudiar.
Si todos los aspirantes a un puesto de trabajo saben inglés, el inglés deja de tener valor. Sobre todo si lo van a utilizar tanto como una oveja.