Ayer se presentó en el Parlamento de Navarra el informe de Datos Sociolingüísticos de Navarra relativo a 2018, publicado por Euskarabidea. Este informe se basa en los datos obtenidos a través de la Encuesta Social y de Condiciones de Vida que cada año realiza el Instituto de Estadística de Navarra (Nastat) y que en 2018 tuvo como objetivo conocer el uso y conocimiento de las lenguas en Navarra.
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Navarra no es la tierra del euskera, o no sólo, ni desde luego mayoritariamente
Habida cuenta de quién manda no ya ahora, sino desde 2015, parece bastante obvio que de haber algún sesgo en el informe será tendente a exagerar el conocimiento y la utilización del vascuence. Un informe de este tipo exagerando el conocimiento y uso del vascuence puede ser un instrumento para justificar determinadas medidas políticas en el campo laboral, administrativo, mediático o educativo. Es decir, las cifras que muestra el estudio y que expondremos a continuación podríamos pensar que caso de existir un sesgo son algo así como un máximo. Por ejemplo, existe una categoría en este tipo de estudios llamada “vascohablantes receptores”, definidos como “aquellos que tienen algún conocimiento de euskera pero no llegan a hablarlo bien”. ¿Qué significa eso exactamente? ¿Incluye eso a los meros agurparlantes? ¿Habría un 90% de angloparlantes receptores en Navarra bajo ese criterio? Sea como sea, esa difusa categoría de “vascohablantes receptores” permite prácticamente duplicar la categoría de “vascohablantes”. Dicho lo cual pasemos a conocer las cifras del estudio, comenzando precisamente por la extensión de esa comunidad vascoparlante de un 22,1% de navarros en la que, no obstante, sólo el 14,1% es estrictamente vascoparlante.
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Pese al constante esfuerzo de los nacionalistas y sus aliados por tratar de negar la zonificación lingüística, la realidad es que la zonificación simplemente es un hecho tumbativo, tal como no puede evitar reflejar el estudio. Es evidente que el conocimiento del vascuence no tiene nada que ver en la zona vascófona que fuera de ella, no digamos en la zona no vascófona. Por otro lado, hablar de una zona vascófona y una mixta resulta siempre un tanto engañoso puesto que la zona vascófona en realidad es mixta. Es decir, no hay una zona donde sólo se habla vascuence. Se habla español en toda Navarra sólo que en la zona vascófona, además de español, se habla vascuence.
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Los dos elementos más positivos respecto a la evolución del conocimiento del vascuence serían el ligero crecimiento de la población vascoparlante en los últimos 27 años, aunque por otro lado podría considerarse escaso a la vista de los enormes recursos, no siempre respetuosos con la libertad de los navarros, destinados a elevar ese porcentaje. El otro dato positivo para el crecimiento de los vascoparlantes sería el del porcentaje de jóvenes navarros vascoparlantes, en el sentido de que el porcentaje de vascoparlantes crece conforme más joven es la población.
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No obstante lo anterior, los porcentajes de conocimiento del vascuence se vienen abajo cuando lo que se tiene en cuenta es su uso. Una parte relevante de los navarros que conocen el vascuence acaban no usándolo. Si antes decíamos que el porcentaje de vascohablantes crece entre los jóvenes, ahora podemos observar sin embargo que no crece el uso aunque crezca el conocimiento. De hecho, respecto a la anterior encuesta lingüística lo que se observa precisamente es un apreciable descenso del uso del vascuence entre los jóvenes, tanto en el grupo de 16 a 24 años como en el de 25 a 34.
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El informe no aporta datos demasiado detallados sobre el conocimiento de otras lenguas en Navarra, sin embargo, resulta bastante obvio que el inglés y el francés se conocen más que el vascuence, particularmente entre los jóvenes. Dicho de otro modo, si a los navarros se les prohibiera usar el español empezarían a comunicarse en inglés o en francés, no en vascuence.
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Todos los datos expuestos, en definitiva, vienen a confirmar una vez más los problemas en Navarra de un nacionalismo vasco que se fundamenta en la lengua. Navarra es Euskal Herria, supuestamente, o sea que forma parte del pueblo del euskera, pero resulta que sólo el 14% de los navarros es vascoparlante. La paradoja resulta evidente. Por otro lado, si el fundamento de los pueblos es la lengua, obviamente el 100% de los navarros son españoles. Como siempre en lo tocante a este asunto el sentido común invita a concluir que los rasgos culturales no son excluyentes sino acumulativos, que salvo para los nacionalistas no existe una oposición entre vasco y español, que nuestra identidad se compone de círculos concéntricos, que frente al derecho a elegir (o vasco o español) y con ello el deber de renunciar a una parte, lo que existe es el derecho a sumar. La otra conclusión de sentido común es que la mejor política lingüística y la que menos conflictos genera es la que no existe, por no decir la total libertad.
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Un comentario
La política del batúa trata de establecer una identificación entre el hecho de hablar es5ta lengua y el sentimiento de pertenencia a una irrealidad que llamaremos vasquilandia.
El francés se habla en Mónaco y en Suiza (por ejemplo), y los habitantes tienen una identidad forjada por la historia, monegasca o suiza, pero que no la ha determinado el idioma.
Sería incompatible y antinatural que un ribero se proclamara vasco. Aunque cometiera la estupidez de aprender batúa, no cambiaría evidentemente su genealogía.
Desde luego, sería una gran desgracia y una humillación que los jóvenes tuvieran que entenderse en inglés. Unos reniegan del español para favorecer el vascuence y otros para someterse a la invasión anglosajona.