Pandemia y eclosión de «apps» móviles

Por enésima ocasión, conviene expresar el convencimiento propio de que el contexto derivado de la pandemia del coronavirus codificado como COVID-19 no solo va a suponer alteraciones en el ámbito político-económico.

La tecnología, por decirlo de alguna forma, también entra en escena. A mi modo de ver, habrá impulsos en cuatro áreas concretas, tanto para bien como para mal grosso modo. Nos referimos a la computación en la nube, el Big Data, la Inteligencia Artificial y el blockchain.

Combinando o no estos conceptos, estamos percibiendo cómo están cobrando mayor relevancia (aplicación en acto cuando se da el caso) casos de uso basados en el teletrabajo, el e-learning, la telemedicina y los planteamientos de desafío a una banca central que se reforzará por desgracia.

No obstante, no nos vamos a centrar en esas aplicaciones, sino en un contexto de soluciones cuyo justificante, más bien, pretexto, sería la «protección de la población» ante las consecuencias no necesariamente sanitarias del coronavirus. Hablaremos de las apps móviles.

El trasfondo de las apps anti-COVID19

Si uno ha tratado de seguir la actualidad, ya sea a través de la televisión, la prensa digital, o las redes sociales, habrá podido enterarse de que no solo en China se están desarrollando apps para monitorizar a los ciudadanos con la «intención» de evitar focos infecciosos.

Dos de las Big Tech más importantes, Google y Apple (ambas en connivencia con unos intereses políticos muy determinantes y evidentes) están trabajando en el desarrollo de una API llamada ExposureNotification, que servirá a los Estados para implementar apps de este tipo.

De hecho, varias entidades político-administrativas españolas están impulsando esta clase de proyectos. En principio, estas soluciones estarán disponibles tanto en Android como en iOS, los dos sistemas operativos de smartphones que dominan las cuotas de mercado global.

Por lo general, su funcionamiento requerirá de la especificación de redes inalámbricas conocida como Bluetooth. Cuando una persona esté cerca de otra con contagio, se generará una especie de señal de alarma en base a lo que se ha podido detectar gracias a los respectivos sensores.

La privacidad entra en peligro

Lo disimulen como lo disimulen, es práctica y absolutamente imposible asegurar la privacidad de aquellos usuarios que utilicen estas aplicaciones móviles (ya sea por voluntad propia, algo poco frecuente, o por obligación directa o indirecta de los poderes estatales).

De hecho, para poder culminar los correspondientes procesos, no solo hay que contar con la entrada y salida de datos sin más, sino con registros de datos de distinto tipo que permitan hacer los correspondientes cálculos (ubicación, datos personales, historial médico total o parcial…).

Esos registros tienen que estar en unas ubicaciones muy concretas, independientemente de que se recurra a centros de datos con cierta dispersión geográfica (por cuestiones de respaldo técnico), no siendo la titularidad y administración del mismo algo distribuido y descentralizado.

Alguna que otra entidad los acaba controlando, no siendo en este caso ni más ni menos que otra distinta que los Estados (sin perjuicio de que sigan colaborando esas corporaciones tecnológicas más favorables al estatismo que al libre mercado).

Una manera más de controlar a la sociedad

En base a lo anterior, puede decirse que, como mínimo, el Big Data entra en juego (habrá volúmenes de datos de considerables dimensiones, y no solo gracias a estas aplicaciones), lo cual facilitará a los gobernantes reforzar el espionaje aplicado sobre la gente.

Puede obviarse, sin necesidad de entrar en profundidades, que otras ramas tecnológicas pueden entrar en juego (de hecho, todo puede ir más allá del software: recordemos los sistemas de monitorización de China (incluso los termómetros basados en cámaras térmicas) que inspiran no solo a la CIA de EE.UU.

En cualquier caso, ya concluyendo, conviene tener presente que todas estas aplicaciones supondrán un avance en ese mal uso de la tecnología que pueden hacer los Estados, con una finalidad bastante evidente: someter a la población más aún, comprometiendo su privacidad.

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CLAVES EN OPINIÓN

Un comentario

  1. Big Data, blockchain, e-learning, apps, Big Tech, API…
    Con toda esa jerga, Sr. García Carmona, a los que solo dominamos el «inglés playero», se nos hace muy difícil seguir sus artículos; y eso que ya se el significado de smartphon, Android, Bluetooth o software. Por lo tanto, sería de agradecer que nos adjuntara un glosario con la correspondiente traducción a la lengua cervantina, o bien que ponga una nota al principio avisando que ese artículo no es apto para todos los públicos.
    Muchas gracias.

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