La Comisión de Asuntos Ciudadanos del Ayuntamiento de Pamplona aprobó ayer una declaración para “denunciar y rechazar contundentemente el intento de criminalización del 8-M por parte del PP y Vox y su estrategia de vinculación selectiva e interesada de esta efeméride con las consecuencias del coronavirus”. El texto muestra la “absoluta preocupación por la instrumentalización del dolor de las víctimas del COVID-19 para apuntalar el acoso y derribo contra la cita anual más importante, universal y exitosa en los últimos años del movimiento feminista”.
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La declaración, presentada por Bildu, contó con el apoyo del PSN y Geroa Bai y con la oposición de Navarra Suma.
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Los portavoces de Bildu, PSN y Geroa sostuvieron un mismo discurso justificativo apoyado en dos argumentos. Primero que criticar la celebración del 8M es poco menos que un antentado contra la mujer y, segundo, que además del 8M se celebraron muchos otros actos públicos aquel día, desde partidos y mítines a conciertos.
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En cuanto a lo primero, el 8M podrá gustar más o menos pero lo que se discute aquí no es el 8M, sino que se celebrara este año concreto dadas las circunstancias. Es decir, se han suspendido los Sanfermines o las Fallas y a nadie se le ocurre decir que sea un atentado a los Sanfermines o un intento de criminalizar a las Fallas.
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Desde luego en esta reyerta no podía faltar VOX y su celebración del mitín de Vistalegre, también ese mismo 8M. Lo que no se dijo es que VOX reconoció que fue un error ese mitin e incluso pidió disculpas por haberlo celebrado. Tampoco se le pide por tanto a la izquierda algo sobrehumano, sólo que reconozca su error. De hecho VOX deja bastante mal a las fuerzas supuestamente «progresistas», demostrando una capacidad de hacer autocrítica responsable de la que al parecer estas otras fuerzas carecen.
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En cuanto al segundo argumento, es obvio que no podía celebrarse el 8M y prohibirse todo lo demás, así que se permitió el 8M y todo lo demás, pero por eso mismo el 8M está en el origen tanto de los contagios del 8M como en el del resto. Por lo demás no hay excusa porque, aparte que buena parte de la población ya veía con claridad la que se nos venía, y era insultada por ello, todos sabemos que mientras aquí celebrábamos el 8M en otros países se estaban tomando ya medidas súper drásticas, tía.
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Absurdo es además a estas alturas pretender que las concentraciones al aire libre no tenían riesgo cuando una semana después nos ponían a todos en estricto arresto domicialiario, con unas limitaciones que no se han visto en el resto de países europeos. O fue un disparate el 8M, o no se justifica en absoluto el estado de alarma al que nos han sometido. Si actos como el 8M no aumentaron los contagios, carece totalmente de justificación todo el confinamiento posterior.
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Que criticar la celebración del 8M aún hoy se presente como un ataque a las mujeres ayuda quizá a entender por qué no se suspendió el 8M. Si creían que suspender el 8M era un atentado contra la mujer la presión para no suspenderlo debía ser casi insoportable. Por otro lado, cuando alguien se ve en la tesitura de tener que tomar una decisión tan difícil, la tentación a minimizar el riesgo y no querer ver la amenaza real para no tener que tomar esa decisión puede ser irresistible. Es muy difícil ver lo que no quieres ver.
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¿Cómo iban a ver el 7M el peligro que había si a 17 de junio siguen sin querer verlo?
Finalmente la pregunta que habría que dirigirles a los honorables representantes del PSN, Bildu y Geroa Bai es si, de poder volver atrás en el tiempo, volverían a celebrar el 8M. Si la respuesta es que no, entonces son totalmente absurdos sus comunicados, sus argumentos y su indignación. Pero si la respuesta es que sí, que lo volverían a celebrar, entonces es que nos encontramos ante unos representantes políticos cuya soberbia, idiocia o maldad rayan lo criminal.
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