Después de 14 meses de agónica espera, el próximo 12 de diciembre tendrá lugar el -tan esperado como aplazado- congreso refundacional del Partido Popular de Navarra; siempre que no prosperen las acciones legales emprendidas por la candidata no oficialista, Nieves Ciprés, en defensa de su abortada concurrencia.
14 meses, nada menos, desde que se anunciara la refundación; demasiado tiempo quizás. Atrás quedó, en las brumas del pasado, el lógico entusiasmo inicial que debe seguir al lanzamiento de una alternativa que se pretenda tal. Más de un año en el que el PPN apenas ha jugado como el actor que pretende apropiarse de la obra –necesariamente- de jugarse su ser. Muchos meses, además, en los que se ha perpetrado algún que otro error.
Así, a las relativas expectativas de convertirse en un partido eternamente en la oposición, lo que sin duda desanima a no pocas vocaciones oportunistas a lo público, se le ha sumado una aparente parálisis interna, con la siguiente escasez de mensajes y tomas de posición, y una nebulosa disolución de su imprescindible liderazgo. En definitiva: se ha asistido a una ausencia casi total de actividad partidaria. La prueba de tan contundente afirmación: el frenazo en seco, reconocido por fuentes del propio partido, de nuevas afiliaciones.
Pero no todo fueron errores. También se cosechó un importante éxito a lo largo de este complicado periplo: la agrupación, en contra de no pocos pronósticos, de un porcentaje muy significativo del electorado del centro derecha navarro en los comicios europeos; lo que permitió aupar a un bisoño Pablo Zalba en Estrasburgo. Un patrimonio que, facilitado por una UPN dividida que eludió el combate, se ha dilapidado no poco en un camino sin horizonte.
Con todo, las más recientes encuestas demoscópicas, como la del denominado navarrómetro de primeros de noviembre pasado, otorgaban al PPN 5 escaños de un futuro Parlamento Foral. Algunos de los dirigentes del partido mostraron su alegría, afirmando que eran las magníficas previsiones que auguraban, desde ese suelo inicial, su ascenso progresivo como primer partido de Navarra. Pero, voluntarismos aparte, esos datos colocan al PPN en el ¡cuarto lugar! de las preferencias políticas de los navarros, por detrás de UPN (18), Nafarroa Bai (13) y PSOE (12). IU se quedaría con 2 y la antigua escisión de UPN, el CDN, desaparecía. Unas previsiones muy discretitas, por no utilizar otros términos, para un partido que pretende gobernar España… y Navarra.
Sin duda, las diversas crisis que vienen determinando al Partido Popular en Madrid y Valencia, ante todo, han contribuido al aplazamiento de tan anhelada toma de decisiones. Rajoy y sus lugartenientes pretendieron para el liderazgo de su partido en la Comunidad Foral, inicialmente, un “mirlo blanco” que no se presentó. Y, finalmente, han optado por una solución transitoria: la candidatura a la presidencia del partido del diputado nacional Santiago Cervera; un simpático político muy bien instalado en Madrid y al que no se le aprecian muchos entusiasmos por patear los caminos forales en busca de apoyos para su, de momento, escuálida formación.
En este contexto, desde la dirección nacional del PP tampoco han facilitado mucho las cosas a sus correligionarios navarros. A su característica tardanza en la toma de decisiones, se le ha sumado su incapacidad en la elaboración de una lista única y de integración al congreso fundacional. Y el asunto se agravó, ya en territorio foral, con la aplicación en extremo reglamentista de unos estatutos que ha bloqueado la concurrencia de la lista alternativa de Nieves Ciprés; circunstancia que si bien empañaba la deseable imagen de unidad del partido, y más en sus momentos iniciales, ha proporcionado argumentos de no poco peso a quienes acusan de prácticas nada acordes con la deseable democracia interna al “aparato” popular.
Y, sin olvidar el cuestionado y cuestionable liderazgo ejercido por Mariano Rajoy, hagamos algunas consideraciones en torno al factor metapolítico y cultural.
En una entrevista titulada “La cultura de la vida” realizada a Benigno Blanco, presidente del Foro de la Familia, por Cristina López Schlichting en la revista Huellas, de Comunión y Liberación, respondía así a una de sus preguntas: “Esa es una anomalía de la sociedad española. No puede ser que cada vez que gobierna el Partido Socialista haga una pequeña revolución cultural acorde a los tiempos (Felipe González la de los 80, Zapatero la de ahora), y que cuando gobierna el Partido Popular ni toque la cultura. Es como si el PP tuviese unas ideas bastante claras, gusten o no, sobre economía o articulación nacional, pero en el tema cultural –el tema clave de la política del siglo XXI en toda Europa- no tuviese programa. Además yo creo que eso le hace al PP un gran daño, porque no está jugando en el mismo terreno en el que está jugando la izquierda, se lo deja vacío, entero. ¿Qué es la política de Zapatero? No son teorías económicas, no es sólo una idea de España. ¿En qué terreno juega? En el de los valores y en el de la cultura, y en ese terreno no encuentra contrincante”.
Esa omnicomprensiva perspectiva también se está desarrollando en Navarra. No en vano, desde la conciencia de la vital importancia del combate metapolítico, determinados esfuerzos iniciales -de muy concretos miembros del partido- estaban orientados hacia la configuración del PPN como un partido de valores, frente a la opción táctica de un partido de intereses que encarna magníficamente el gobernante UPN… y el Partido Popular nacional. Así podríamos caracterizar la línea política del senador e inicial coordinador de la gestora refundadora del partido José Ignacio Palacios -descabalgado en la carrera por el liderazgo- en disparidad con una UPN de la que el PPN precisa distanciarse para sobrevivir.
Un año perdido, en suma, y unas oscuras perspectivas futuras de no cambiar no pocas cosas en el funcionamiento, estructuras y personas del Partido Popular de Navarra.
Para consolidar una línea política y cultural propias, que le caractericen netamente, el PPN debería trabajar en el día a día, construyendo partido, dialogando con las identidades afines de la derecha social navarra, dando la cara en los medios de comunicación… y en calle. No basta con vivir de los réditos procedentes de la “marca” nacional; pues de proceder así el PPN terminaría convirtiéndose en una estructura sin vida, vacía, una UPN bis de análogo contenido ideológico light y dirigido al mismo público. Su destino, entonces, sería el sufrido por CDN: su lenta y progresiva desaparición. Así, la profecía se volcaría: el suelo electoral de partida devendría en techo.
Un lejano 9 de mayo publicamos un análisis, relacionado con muchas de las cuestiones hoy de nuevo planteadas, que titulamos “El Partido Popular de Navarra en su laberinto”. 7 meses después de ello, y 14 desde que se anunciara la refundación, el PPN sigue sin salir del mismo.
Fernando José Vaquero Oroquieta
http://www.diarioliberal.com/DL_vaquero.htm