Balance de dos meses de estado alarma

En estas fechas se cumplen los dos meses de la declaración del estado de alarma y de confinamiento, en un grado severo para el común de los españoles hasta el lunes pasado, y todavía para todos en algún grado de anormalidad y falta de libertad en cualquier caso. Ese período de pérdida de derechos y libertades por parte de los ciudadanos, no entraremos ahora en hasta qué punto justificado o debidamente amparado por la legalidad y la emergencia sanitaria, ha tenido como contraparte un paralelo y fabuloso aumento de las prerrogativas del poder. Con todo y para resumir la situación, además de la inesperada crisis democrática ante un gobierno con preocupantes tics autoritarios, estos dos meses de confinamiento han venido determinados por el desencadenamiento de una crisis sanitaria y una crisis económica de las que todavía no está claro cómo vamos a salir, pero si está bastante claro que peor que los demás.

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El siguiente cuadro podría ser un buen exponente de la falacia en la que este gobierno nos ha situado respecto a la salud y la economía. El gobierno repite constantemente que su prioridad es la salud, mientras se cae a pedazos la economía. Pero el hecho es que se trata de un falso dilema.

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Como puede observarse, hay países que han conseguido mantener más o menos la salud, aunque tengan malos datos en economía. Hay países que tienen buenos datos en salud y en economía. No hay en realidad países que lo hayan hecho muy mal en economía y tengan muy buenos datos en salud. Y después estamos nosotros, que tenemos malísimos datos en salud y malísimos datos en economía. Es absurdo por tanto que el gobierno presuma de que ha priorizado la salud, como si nuestros datos económicos fueran malos pero los de salud fueran buenos. De creer lo que dice el gobierno, tendríamos que ser los que más nos hemos preocupado por la salud, y por tanto los que mejores datos tenemos en ese aspecto, aunque tuviéramos los peores en economía. Por el contrario, somos la prueba andante de la falsedad del dilema entre economía y salud, puesto que somos lamentables en ambos aspectos a la vez. Es más, nos las hemos apañado para ser los peores al mismo tiempo en los dos aspectos.

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El balance por tanto de estos dos meses de alarma y la gestión que ha llevado a cabo el gobierno sólo puede calificarse como catastrófico. Puede haber por otros lares líderes a los que miramos como más o menos extravagantes y pintorescos, puede que hasta en algún caso lo sean realmente, pero así y todo pueden presumir de que los están haciendo mejor que nosotros, no en el aspecto económico o el sanitario, sino en ambos. En realidad, si efectivamente pensamos que algunos líderes mundiales lo han hecho realmente mal, y así y todo nosotros tenemos peores resultados, habría que preguntarse cómo de pintorescos, extravagantes y patéticos deben ser nuestros propios líderes, que aún lo hacen mucho peor.

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Algún día quizá podamos averiguar por qué tenemos tan malos resultados a todos los niveles y a lo mejor es que, volviendo al principio, el apartado que en España lo enturbia todo es el político. Lo que en el resto del mundo quizá era un dilema, o una falso dilema, entre economía o salud, aquí puede ser un trilema al que se añade, además de la salud y la economía, la agenda política de este gobierno radical. A lo mejor es que no se trata de economía o salud, sino además de revolución. Es decir, a lo mejor aquí lo esencial es la revolución, y resultan secundarias la economía y la salud. A fin de cuentas todas las medidas sanitarias de contención y preparación para lo que venía se postergaron por el 8M. Aquí nos va mal tanto en la salud como en la economía porque estamos a otra cosa que es el cambio de régimen, la subversión del sistema, el cambio de paradigma, la revolución. Y para el triunfo de esa revolución ni la salud ni la economía son lo esencial. En realidad, plantear un tercer eje en el resto de países no tiene sentido. En el resto de países no tienen en curso una posible revolución. Sin embargo, si por un momento pensamos que en España sí está teniendo lugar una revolución aprovechando los poderes extraordinarios del gobierno y la situación de excepcionalidad, a lo mejor se comprende que nos esté yendo mal tanto en salud como en economía porque hay otro elemento singular español al que se supedita todo, que es la revolución, que a decir verdad a lo mejor está marchando bien, aunque todo lo demás vaya mal. Es más, puede que la revolución vaya bien gracias a que todo lo demás marcha mal.

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