Nos encontramos bajo una tormenta global. Todos los países van a tener que atravesar la misma tormenta. Pero no va a ser igual para todos en absoluto. Cada país es un barco distinto con un capitán distinto. Para empezar nuestro barco es más frágil que el del resto porque nuestras cuentas ya en la línea de salida están mucho más descompensadas que las del resto. Todas las medidas que se están tomando en España, además, tienden a desajustar más aún las cuentas. El gobierno va a paralizar la economía por decreto y, sin embargo, no ha anunciado ni el más mínimo ajuste del gasto por su parte. Las personas y las empresas están asumiendo sacrificios salvajes y el gobierno no ha pensado ni el más mínimo sacrificio por su parte. Alternativamente, su estrategia es exigir a los países del norte de Europa, con las cuentas más equilibradas, que nos paguen los desajustes.
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En realidad empezamos a comprobar que, como era de temer, no hemos aprendido nada con la crisis de 2008. Lo mismo que en 2008 la idea ahora es que no tenemos que hacerlo bien nosotros. Que lo hagan bien los alemanes, los holandeses o los finlandeses, que ajusten las cuentas ellos, que tengan presupuestos equilibrados ellos, para que nosotros podamos hacerlo todo mal, tener los presupuestos desajustados y que después ellos nos paguen los desfases y las consecuencias de nuestro mal gobierno. Es increíble que esos brutos insolidarios no estén de acuerdo.
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Lamentablemente para Pedro Iglesias la cosa le puede salir muy mal. Tras la crisis de 2008 había países lo bastante fuertes como para que aún pudiera haber rescatadores y rescatados. Está por ver que tras esta crisis global pueda quedar nadie en el grupo de los rescatadores, o que quede alguien con capacidad para rescatar tanto a tantos. Pero es que ni en 2008 los rescates fueron gratis, como pudo comprobar Syriza, el primo griego de Podemos. Si le pides dinero a alguien, te pone las condiciones que considera razonables para que se lo devuelvas. Y es lógico. Nadie le va a prestar a alguien incapaz no ya de cuadrar un presupuesto, sino de comprar unas mascarillas, que además pretende establecer un régimen bolivariano. Por tanto el actual gobierno se va enfrentar en breve con un boquete descomunal en sus cuentas públicas que las medidas de tipo comunista-bolivariano no harían otra cosa que empeorar y empeorar. Pueden nacionalizarlo todo, pueden impagarlo todo, pueden tener todos los medios bajo su control, pero todo eso no servirá de nada si no son capaces de generar riqueza. Y si no son capaces de generar riqueza, la pobreza no hará más que propagarse de español a español como otro coronavirus dejando a nuestro país al margen de la recuperación de los demás. Una recuperación que más tarde o más temprano llegará.
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Volviendo al razonamiento inicial todos los barcos van a tener que pasar por la tormenta, pero tras pasar por la tormenta no todos van a acabar igual. Desgraciadamente para España tenemos al timón a dos mequetrefes políticos con una carta de navegación dibujada por un mono. Hay muchos errores que podríamos no cometer en esta crisis, pero teniendo en cuenta en manos de quién estamos seguramente no hay ni un error no forzado que no vayamos a cometer. Cuando pase la tormenta y haya que comenzar la reconstrucción, ¿con este gobierno España será un punto que atraiga o que espante la inversión y el capital que pueda quedar? La parte mala es que una crisis que puede ser terrible incluso haciendo todo bien puede ser más terrible para los españoles que para los demás si todo se hace mal. La parte buena es que a lo mejor esto sirve para que los españoles vean de una vez que cuando gobierna la izquierda a la gente no le va mejor, sino mucho peor, y que la izquierda no sabe gobernar sino sólo hacer oposición.
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