Entre los episodios que, comprensiblemente, apenas captan ahora la atención por culpa del coronavirus, seguramente merece especial mención el desastre del basurero de Zaldívar, en el que a estas alturas siguen sepultadas dos personas para desesperación de las familias, cuya relación con el gobierno vasco se deteriora por momentos.
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Diversos medios, de hecho, anunciaban el viernes una visita al vertedero del lehendakari Urkullu acompañado de las familias, para examinar las labores de búsqueda. Urkullu con las familias de las víctimas, tras los desencuentros producidos y la mala imagen del gobierno vasco en todo este asunto, era una foto potente para mejorar la imagen del PNV.
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El problema es que las familias desmienten ahora que se produjera esa visita. La visita efectivamente se iba a producir, pero las familias exigían a Urkullu que se tratara de una visita personal, discreta, sin publicidad y sin cámaras. No querían la utilización política de la visita. No querían prestarse a una campaña de imagen del lehendakari a su costa. Pues bien, las familias denuncian que se fueron antes de comenzar la visita al tener “constancia fehaciente de la intencional filtración de la cita a los medios de comunicación”.
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¿Puede ser aún peor para la imagen del PNV y de Urkullu? Pues parece que sí, porque la familia denuncia además en el que comunicado que reproducimos al final que el director de comunicación del gobierno vasco, Julián Beloki, les amenazó con tener “mucho cuidado con lo que decís en los medios de comunicación”.
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¿Y aún podría ser peor? Pues efectivamente. La familia de Joaquín Beltrán, uno de los sepultados, denuncia que Urkullu remató la amenaza de Beloki diciendo que “la administración no tiene ninguna responsabilidad en lo sucedido. La responsabilidad es de Verter Recycling y de Excavaciones y Construcciones Joaquín Beltrán”. Estas palabras de Urkullu han colmado la paciencia de la famila que señala la “desalmada cobardía del clásico echarle la culpa al muerto, enterrado indefenso bajo la basura”, la cual “colma los límites de cualquier tolerancia y se califica por sí misma”.
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