Diario de Navarra publicaba ayer una interesante carta escrita por Juan Frommknecht, abogado, escritor y exconcejal de UPN en Pamplona. Dicha carta se titulaba, significativamente, “La “malvada” monja que pidió la renta básica”. El título se refiere a la monja que ha aparecido en diversos medios, incluso nacionales, a la que el Gobierno de Navarra le ha denegado la renta básica por entender que al ser monja vive arropada por una comunidad, tiene sus necesidades cubiertas y no necesita la renta. Frommknecht, que firma como amigo de la afectada, añade en su carta interesantes detalles sobre toda la historia.
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Para empezar, Frommknecht aclara que la protagonista es una religiosa, no una monja, lo cual ni es lo mismo ni implica las mismas cosas. Por ejemplo, no vive en un convento sino en un piso compartido con otras religiosas, las cuales aportan el dinero de sus sueldos o pensiones para los gastos comunes de luz, calefacción, agua, comida, etc. No es por tanto el equivalente a un anciano que vive en una residencia o una monja que vive en un convento.
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La biografía de la religiosa resulta apasionante, ya que desde muy joven se fue a trabajar a Venezuela, donde estuvo viviendo 50 años, hasta que al jubilarse decidió volver a España. La protagonista de nuestra historia cotizó en Venezuela cada uno de esos 50 años que se pasó allá trabajando. Venezuela y España tenían un tratado en virtud del cual alguien que cumpliera una serie de requisitos para cobrar la pensión en Venezuela podía cobrarla en España y viceversa. Sin embargo, en 2015 Nicolás Maduro ordenó dejar de pagar las pensiones a los extranjeros, aunque hubieran cotizado en Venezuela. Los españoles que se encontraban en la misma situación que la religiosa navarra acudieron a los tribunales en busca de una pensión mínima cuando habían pasado algún tiempo cotizando en España, cosa que no pudo hacer la religiosa por haber cotizado toda su vida en Venezuela. Junto a otros 5.000 españoles, la religiosa quedó literalmente en la indigencia por obra y gracia del maravilloso socialismo del siglo XXI.
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Frommknecht indica que en alguna comunidad, como Cataluña o Canarias, se reaccionó asignando a estas personas una renta garantizada de algo más de 500 euros. Nuestra protagonista, que por un lado dependía de la caridad de sus compañeras, por otra parte tiene que pagarse el 100% de la medicación que necesita, por lo que solicitó una renta garantizada al Gobierno de Navarra que por cierto se la concedió.
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El problema llegó al año siguiente cuando el Gobierno de Navarra no sólo le negó la renta sino que le amenazó con tener que devolver la cuantía de la renta percibida el año anterior, por considerar que la religiosa no tenía derecho a la renta por vivir en un “recurso asistencial”.
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Tras no recibir respuesta a su recurso, la religiosa pidió amparo al Defensor del Pueblo el cual se lo otorgó dándole la razón. El Departamento de Derechos Sociales, sin embargo, rechazó la petición y el amparo del Defensor. El asunto se encuentra ahora en los juzgados que tendrán la última palabra, y por supuesto en los medios de comunicación.
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Entre el socialismo bolivariano y el gobierno foral de progreso, el resultado es que una navarra que ha trabajado por los demás toda su vida y ha cotizado durante 50 años no tiene derecho ni a pensión, ni a renta, ni a nada. Tan sólo, salvo lo que determine la Justicia, a la caridad privada. La malvada caridad privada que tanto detestan los que antes te dejan sin nada. Que por otro lado está bien que el Gobierno de Navarra revise las rentas que concede y vigile la proliferación de aprovechateguis. Esperemos que en todos los casos con el mismo celo y más razón que en el de la monja «malvada».
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2 respuestas
Porque ya no está en edad, pero si se pusiera rastas, adoptase un perro, y estuviera todo el día «colocada» lo conseguía seguro. Y si dice muchas veces agur, ni te cuento.
Pobre religiosa, cuando por fin escapa del social comunismo de Venezuela llega al nacional socialismo navarro. Por otra parte, si fuese una okupa bilduetarra ya tendría una renta básica.