La brecha orgásmica

La cancelación de una charla promovida por el Ayuntamiento de Pamplona sobre la “brecha orgásmica” ha provocado una oleada de indignación, en la extrema izquierda, tan sólo comparable a la que produjo la cancelación recientemente de una actuación de Pirritx y Porrotx.

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Desde el punto de vista de la extrema izquierda, si ya era un escándalo monumental la cancelación de la actuación de los payasos oficiales de la izquierda abertzale, la nueva cancelación orgásmica confirma un ataque en cascada a la libertad de expresión. ¿O el escándalo es la contratación de la charla orgásmica y la de Pirritx y Porrotx?

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Es decir, ¿qué hace toda esta gente colgada del presupuesto municipal y viviendo a costa del contribuyente? ¿No es un escándalo que la extrema izquierda y el nacionalismo tengan un ejército de adeptos dedicados a propagar su mensaje colgados del presupuesto? ¿Dónde está el escándalo? ¿En sacar a toda esta gente del presupuesto o en meterla?

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Es posible que muchos de nuestros lectores recuerden un vídeo de Errejón (el comunista moderado, que es como hablar de un nazi moderado) en el que, abiertamente, el entonces aún lugarteniente de Pablo Iglesias expresaba la necesidad de, al perder el poder, “dejar sembradas instituciones populares que resistan, y por cierto donde refugiarse cuando gobierne el adversario”.

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Usar el dinero de todos para acabar con el adversario

Errejón aclaraba que se trataba de que “cuando se acaben los ayuntamientos del cambio o pierdan elecciones haya asociaciones de vecinos saludables y enraizadas y con poder en cada distrito, hace falta que hay clubes de montaña y agrupaciones juveniles, hace falta que haya más espacios culturales y de auto organización, hace falta que estén enraizadas las casetas populares en todas las fiestas, hace falta que haya asociaciones deportivas coordinadas entre sí”, y naturalmente decía que “hace falta una estructura económica autónoma que vaya a permitir acoger a una buena parte de los cuadros militantes que hoy se están dedicando a los trabajos institucionales”.

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El ideólogo podemita añadía que “se trata de haber dejado las políticas públicas, los cambios jurídicos e institucionales y económicos, pero también el tejido asociativo y la construcción de afectos, de épica, de mística, de organización popular, como para que cuando haya que emprender de nuevo la batalla la emprendamos en condiciones de mucha más fuerza y no digo sólo fuerza discursiva o identitaria, estoy poniendo ejemplos muy concretos de fuerza material para emprender la siguiente batalla”.

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Desde luego todo lo que decía en aquel vídeo Errejón no nos venía de nuevas a los navarros porque todo eso venimos viéndolo desde hace décadas sistemáticamente practicado por la izquierda abertzale. Desde luego no podemos aceptar con normalidad que la extrema izquierda y el nacionalismo metan a todos sus medios, grupos, asociaciones y colectivos en el presupuesto, pero el drama es que la derecha llegue al poder y no se atreva a sacarlos. Por supuesto, habrá mucho ruido, para empezar de los afectados, después de todos los partidos que los han colocado ahí para servir a sus fines, y finalmente de todos los demás colectivos similares que ven peligrar su balance financiero.

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Salta a la vista que todo esto no tiene nada que ver con la libertad de expresión. Que dentro de la ley y fuera del presupuesto digan y hagan lo que quieran. Ahora resulta además que la charla la van a celebrar, convertida en un acto épico, en el Katakrak. ¿Ven cómo no hacía falta para nada que organizara la charla el Ayuntamiento?

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Seguramente sería legítimo que, al cambiar el signo de un gobierno o un ayuntamiento, los nuevos gestores se dedicaran no sólo a echar a todos los amiguetes contratados por el equipo anterior, sino a contratar a sus propios colectivos afines. Resultaría más beneficioso para el contribuyente y sano para la pureza institucional, sin embargo, la eliminación de todo este parasitismo ideológico sin sustituirlo por otro, ni siquiera por uno propio. Huelga decir que lo carente de toda lógica sería mantener a la legión de activistas del rival en el presupuesto. Al mal de seguir pagando un gasto totalmente injustificable se añadiría el de entregar al contrario el cuchillo con el que te va a apuñalar. Por lo demás y pese a los gritos mediáticos de protesta está claro que el supuesto castigo por desparasitar el presupuesto nunca será mayor que el de seguir financiando a los encargados de destruirte. A lo justo de la medida, por tanto, se suma lo conveniente.

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Por lo demás el problema de la brecha orgásmica se puede resolver muy fácilmente mediante un contador de orgasmos que la policía obligue a llevar debidamente actualizado a las navarras y los navarros.

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El orgasmatrón: