Momentos de tensión ayer los vividos en el Parlamento de Navarra entre el portavoz de Navarra Suma Carlos Pérez Nievas y María Chivite, la legítima presidenta del Gobierno de Navarra. El debate versaba sobre las negociaciones que el PNV está manteniendo con el gobierno central sobre la competencia de Tráfico y la manera de implementarla en la Comunidad Foral, puenteando al Gobierno de Navarra. También sobre el proyecto de nuevo Estatuto de la CAV y sus referencias a Navarra como parte de eso que todavía no se han puesto de acuerdo en cómo llamarlo pero sí en que formamos parte de ello a la hora de definirlo. Igual que sucede con la Transitoria Cuarta no nos encontramos ante una ventaja que se le reconoce a Navarra sino de un derecho que se le reconoce a la CAV de crecer a costa de Navarra. Navarra en cambio no tiene reconocido ningún derecho a crecer a costa de la CAV, la Rioja o Aragón (si los habitantes de la Rioja, la CAV o Aragón quisieran, faltaría más). Ese reconocimiento sólo lo tiene la CAV y la ley sólo contempla el recrecimiento de una comunidad a costa de otra en el caso de Navarra.
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Todo lo anterior enmarca el debate que estaba teniendo lugar en el parlamento foral y el momento en que Pérez Nievas le indica a Chivite las palabras que han originado todo el escándalo posterior: “Usted no tiene el mandato del pueblo navarro para ser la presidenta”
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Al escuchar estas palabras, Chivite saltaba como un resorte en su escaño y tomaba el micrófono, saltándose los turnos y el respeto a la intervención del portavoz de Navarra Suma, para replicar montada en cólera que “¡No le voy a permitir que cuestione la legitimidad democrática de la presidenta del Gobierno de Navarra!”.
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Resulta curiosa la manera en que muchos medios han reflejado esta polémica, recogiendo la premisa de la presidenta y afirmando en sus titulares que Pérez Nievas cuestionó la legitimidad de Chivite. Sin embargo, ¿cuestionó realmente Pérez Nievas la legitimidad de Chivite? Para resolver el entuerto aquí no tenemos a Newtral, pero tenemos a Navarra Confidencial.
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Retrotrayéndonos otra vez a la literalidad de la frase de Pérez Nievas que origina el escándalo, nos encontramos con que lo dicho por el portavoz de Navarra Suma a María Chivite es que “Usted no tiene el mandato del pueblo navarro para ser la presidenta”. Y es cierto, o por lo menos el mandato directo. Es decir, los navarros no hemos votado directamente a María Chivite como presidenta. Los navarros hemos votado (o nos hemos abstenido) y el resultado es que un 20% ha votado al partido cuya lista encabezaba María Chivite. Por tanto es cierto que Chivite no ha recibido un mandato del pueblo para ser presidenta, no al menos un mandato directo. María Chivite, eso sí, ha resultado elegida presidenta por los pactos y acuerdos alcanzados en los despachos por los partidos. Obviamente esto es legítimo, es el sistema del que nos hemos dotado y es democrático. Podríamos cuestionar si no sería mejor y más democrático un sistema de elección directa de la presidencia en segunda vuelta, pero en todo caso ni es ilegítima la presidenta ni es ilegítimo hacerse la pregunta. Con el riesgo que siempre supone interpretar a un tercero, Pérez Nievas nunca dijo que la presidencia de Chivite fuera ilegítima sino que no había recibido un mandato, y si se refería a que el pueblo navarro no ha entregado a Chivite un mandato directo es cierto. De hecho Chivite alcanzó la presidencia tras una serie de pactos en los despachos, con el apoyo de sólo 23 votos de 50 y gracias a la abstención de Bildu.
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Finalmente resulta llamativo que toda la energía que Chivite desplegó contra el portavoz de Navarra Suma, ante un cuestionamiento inexistente de su legitimidad, sea la que no ha sacado para defender a Navarra de las intromisiones del PNV y el puenteado del ejecutivo foral. El PNV sí que está cuestionando por la vía de los hechos su representatividad, aunque ahí Chivite reaccione como un vegetal.
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Un comentario
El artículo va bastante bien hasta que afirma que ser elegida en los despachos es legítimo y democrático, además de ser el sistema que nos hemos dado.
A veces la verdad está tan cerca que cuesta enfocar para verla, pero es enorme y evidente:
Ser elegida en despachos es la prueba de que el sistema es oligarquico, no democrático.
Y no es el sistema que nos hemos dado porque es el régimen que nos han dado, precisamente nació de la misma forma, en despachos.
Si se quiere considerar eso legítimo es otra discusión, pero obviamente no sería legitimidad democrática de la que hablaríamos.