Barcelona-Real Madrid: partido de alto riesgo deportivo y sobre todo político

¿Cómo van realmente las negociaciones entre el PSOE y los separatistas para investir presidente a Pedro Sánchez? ¿Hay acuerdo? ¿Hay precio? ¿Puede descarrilar todavía esto?

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El próximo miércoles, en un suceso aparentemente sin relación, se juega en el Nou Camp el partido Barcelona-Real Madrid que se suspendió en octubre en plena oleada de kale borroka separatista en Cataluña. Aquel aplazamiento nos ha traído aquel partido a esta semana y a este nuevo escenario político.

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Como es natural, existe la inquietud respecto a qué pueda pasar el próximo miércoles con este partido y si el separatismo lo utilizará como altavoz mundial del conflicto en Cataluña. Hablamos de un partido que será seguido por cientos de millones de espectadores de casi todos los países del mundo. Todo lo que pase en el estadio durante ese partido tendrá una repercusión mundial inmediata, a partir de ahí los responsables de seguridad empiezan a estar nerviosos.

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Para empezar, cabe señalar que se ha decidido que el partido se juegue ahora y se juegue en Barcelona. Es decir, había partidarios de que el partido no se jugara todavía, asumiendo que en algún momento futuro la situación pueda ser más segura, o incluso de que el partido se jugara ahora pero en un campo fuera de Cataluña. Había incluso quien proponía que el partido se jugara fuera de España. En este sentido existía el precedente de la final de la Copa Libertadores entre el Boca Juniors y el River Plate, que no se pudo jugar en Argentina debido a la violencia desatada entre las dos aficiones, de modo que el partido se trasladó al Santiago Bernabéu hace ahora justo un año de aquello. El partido se jugó en Madrid con toda normalidad.

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En cuanto a lo que pueda pasar con el partido en Barcelona, se contemplan diversos escenarios que van desde la mera presencia de alguna pancarta reclamando el reconocimiento a la autodeterminación o la libertad de los presos golpistas a situaciones mucho más conflictivas. Una de las hipótesis es que los CDR intenten bloquear el acceso al Camp Nou, otra que se produzca durante el partido una invasión masiva del campo. Estos escenarios podrían provocar no sólo la suspensión del partido sino hasta una batalla campal.

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Por el contrario, el partido puede ser un termómetro para ver cuál es el estado de las negociaciones entre el PSOE y el separatismo. Un estallido violento dificultaría el acuerdo. Una batalla campal con violencia, cargas y heridos haría más difícil tanto al PSOE como a los nacionalistas vender el acuerdo a los suyos y sin duda al conjunto de los españoles. Si alguien quiere reventar el acuerdo, lo lógico es que intente que haya un estallido de violencia. Si alguien quiere facilitar el acuerdo, lo lógico es que intente evitarlo.

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La calma de los CDR durante las últimas semanas es sin duda un claro síntoma tanto de que los separatistas quieren poner a Pedro Sánchez en la presidencia como de que las negociaciones (y por tanto el precio que el PSOE está dispuesto a pagar) van por buen camino. En virtud de la misma lógica, lo que pase o no pase en el Camp Nou seguramente nos dará un buena pista sobre lo que pueda estar pasando con el PSOE y los nacionalistas entre bambalinas. Si el romance va tan bien como parece, debería haber bastante tranquilidad en el Camp Nou, al menos durante el partido y dentro del estadio que es lo que tendría inmediata repercusión internacional.

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Finalmente, un alarde de violencia nacionalista podría tener un efecto propagandístico que internacionalmente se volviera en contra del nacionalismo catalán y de la imagen pacífica y democrática que intenta trasladar de cara al exterior. Por otro lado, tampoco es descartable algún numerito nacionalista durante el partido que no incluya violencia, porque otra cosa de la que el nacionalismo catalán es consciente es de la extrema debilidad y entreguismo del PSOE, dispuesto a aceptar cualquier humillación a cambio de la presidencia. Lo que se vea o no se vea el miércoles más allá de lo deportivo nos ayudará a entender por tanto el escenario político en el que estamos. Si por otro lado al Madrid le pitaran 6 penaltis injustos a favor, podría entenderse que a lo mejor es Pedro Sánchez el que no quiere el acuerdo. Ausencia de incidentes y un 3-0 a favor del Barcelona investidura inminente.

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