La corrupción es uno de los grandes temas del debate político, de los que más espacio ocupan en los medios y respecto al que los españoles, al menos según el CIS, se encuentran más preocupados. Cuando alguien quiere hundir a un rival político, señala sus casos de corrupción. Gana el que es percibido como menos corrupto. Sin embargo, ¿significa que ocupe tanto tiempo en nuestros debates que realmente nos preocupe la corrupción? ¿No resulta sospechoso que haya tanta corrupción en un país tan perseguidor de la corrupción?
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Empecemos por aclarar que denunciar la corrupción, la corruptela, el mamoneo, el amiguismo, el fraternalismo y las actuaciones legales y estéticas que como mucho una de dos es necesario. Dicho esto…
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La denuncia selectiva de la corrupción
Si sólo te preocupa la corrupción de unos, en realidad lo que te preocupa no es la corrupción. La lucha contra la corrupción no es, no puede ser selectiva. Preocuparse sólo por la corrupción de los de enfrente o preocuparse en distinto grado de la preocupación del de enfrente que de la propia no es ni tiene nada que ver con luchar con la corrupción. En realidad, la única doble vara de medir aceptable en la lucha contra la corrupción sería ser más estricto con los propios que con los rivales. Todo lo demás puede parecer luchar contra la corrupción pero en realidad no sólo no es luchar contra ella, sino que de hecho eso también es corrupción. A lo anterior podríamos añadir que combatir la corrupción por las razones equivocadas o confundir la lucha contra la corrupción con la utilización de la corrupción no acabara con la corrupción, sino que por el contrario corromperá la política y el periodismo. Una sociedad dividida en facciones que no son capaces de ver ni combatir la corrupción más que en los que piensan diferente tiene un problema todavía más grave que la corrupción.
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Hacer política no es sólo algo más, sino que es algo diferente a denunciar la corrupción
Uno al final vota a unos u otros por sus ideas, no tanto por su pureza. Si alguien es un impresentable y un ladrón seguramente todos buscaríamos a otro a quien votar pero con las mismas ideas, o puede que no votáramos a nadie pero raramente pasaríamos a votar a alguien con ideas opuestas a las nuestras. Por eso incluso en términos prácticos y electorales tiene mas interés cuestionar las ideas del rival y argumentar las propias que simplemente tratar de destruirlo personal o mediáticamente, a cuenta de la corrupción o de cualquier otra tara moral o asunto escandaloso. No se trata de aniquilar personalmente a un rival para que sus electores se busquen a otros rival tuyo más sólido al que votar, sino de aniquilar sus ideas para que sus electores dejen de votar a cualquiera con esas ideas, aunque se trate de una figura inmaculada.
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Aunque esté bien denunciarlo, incluso aunque influya a corto plazo, lo devastador no es decir que fulano no pagó una multa, engañó a su mujer, pagaba en B, fumaba cigarrillos electrónicos o la policía encontró corridas de toros guardadas en el disco duro de su ordenador, sino que lo devastador sería demostrar que fulano y todos los que piensan como él están equivocados y sus ideas no funcionan en el mundo real. Porque entonces no le votarás por puro que pueda ser. Jaque mate es razonar que el problema son sus ideas, no él.
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