Si no te gustan las mujeres, ¿debes votar a la izquierda o a la derecha?

Los partidos de izquierdas son demócratas y los de derechas fascistas. Los partidos de izquierdas defienden a la gente y los partidos de derechas a los ricos. Los partidos de izquierda son feministas y los de derechas machistas. Puede parecer una colección de simplismos importante, pero para muchos estrategas políticos si ningún votante tiene en la cabeza más que estas tres ideas suficiente y casi de sobra. Saber más podría ser perjudicial, no digamos pensar más. Por eso la izquierda se permite tuits como los siguientes, en referencia a la condena por abuso pero no por agresión a la llamada “manada de Manresa”.

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Para empezar, la “manada de Manresa” estaba formada mayoritariamente por inmigrantes, como el 70% de las violaciones en manada. Por un lado la izquierda abre la puerta sin control y sin medida a la inmigración ilegal y por otro se escandaliza de las consecuencias. Pero que no nos vendan entonces que la izquierda se preocupa más que la derecha por la mujer o que la defiende más o mejor.

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Para continuar, esta izquierda populista e irresponsable que ahora parece la campeona de la defensa de las mujeres, que tanto se indigna cuando a unos violadores se les condena por abuso pero no por agresión, resulta que es la responsable de esa distinción. Hasta 1995, el Código Penal que venía del franquismo condenaba la violación, y no distinguía entre que la víctima estuviera consciente o inconsciente o entre violación con o sin violencia o intimidación. Fue en 1995 cuando el Codigo Penal, gobernando el PSOE, abandonó el término de violación para distinguir entre agresión y abuso, según hubiera violencia o intimidación o no y suavizando la pena por abuso a los términos actuales de los que ahora se escandaliza. El Código Penal de 1995 se aprobó con los votos a favor de la izquierda y el nacionalismo y la abstención del PP. Entonces presumían de que sólo la derecha se había opuesto a la reforma. Ahora parece que si se distingue entre abuso y agresión y las penas son pequeñas la culpa es de la derecha. Como casi siempre, la izquierda no resiste su hemeroteca, claro que para eso alguien se la tiene que recordar.

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Cuando los líderes y terminales mediáticos de la izquierda repiten como loritos el “no es no” para intentar borrar esa distinción que ellos mismos introdujeron, tampoco comprenden nada de lo que ellos mismos redactaron. Que en la agresión no haya consentimiento en ningún modo significa que en el abuso sí lo haya. Ni en el abuso (de una mujer inconsciente como es el caso) ni en la agresión hay consentimiento de la mujer (o del hombre), por lo que repetir el “no es no” indica que quien lo hace simplemente ni sabe de lo que habla. Lo que sí distingue el código es entre si hay violencia o no, porque no sin cierta lógica asume que la violencia añade aún más gravedad a la violación, igual que al robo o a otros delitos. El problema, como siempre, no es tanto que la distinción resulte completamente absurda como que la pena prevista para el abuso (sin violencia) sea excesivamente leve tal y como ahora se hace evidente, más aún con la forma de computarse y cumplirse las penas en España.

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Como todo el mundo con más de tres eslóganes en la cabeza debería saber, la izquierda también se opone en bloque a la cadena perpetua y por tanto a encerrar de por vida a los violadores en serie, o asesinos en serie, o violadores y asesinos en serie, como “el chicle”, que por lo visto para la izquierda merecen más una tercera, cuarta o séptima oportunidad que las víctimas y el conjunto de la población la seguridad de que estas alimañas no volverán a violar y matar. Pero si vuelven a violar y matar, que nadie olvide que es preciso votar siempre a la izquierda que defiende mejor a la mujer.

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Todo esto por no retrotraernos a 1931, cuando se decidió el voto femenino en España y el PSOE no lo apoyó. Es decir, el PSOE no pudo unificar su postura porque el partido estaba dividido entre los diputados a favor y en contra del voto femenino, por lo que el día de la votación una parte de los diputados socialistas votó a favor y otra abandonó el Congreso para no tener que votar. Fue la derecha la que apoyó de forma casi unánime el voto femenino. Significativamente, en el Congreso había 3 diputadas durante los debates, dos izquierdistas (Margarita Nelken del PSOE y Victoria Kent del Partido Radical Socialista) y una de centro-derecha (Clara Campoamor): sólo Clara Campoamor votó a favor del voto femenino.

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Las razones por las que la izquierda no quería dejar votar a la mujer también resulta interesante recordarlas, puesto que pensaba que la derecha tenía más opciones de ganar las elecciones si votaba la mujer, a la que consideraba un sector más conservador que el de los hombres e influido por la Iglesia. Es decir, que la izquierda no sólo se partió en esta votación porque consideraba a la mujer menos capaz que el hombre para tomar sus decisiones, sino que además la decisión de dejarla votar o no dependía de lo que pensaba que iba a votar. O sea, que la izquierda no sólo tenía una cuestionable opinión de la mujer sino también de la democracia. Considerando todo lo anterior, resulta ridículo que la izquierda trate de enarbolar ahora como propia la causa de la defensa de la mujer.

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