La semana pasada, el panorama literario amenizaba la actualidad con la concesión del Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Narrativa a Cristina Morales, una joven escritora que inmediatamente se despachó con declaraciones como que sentía «alegría» al ver las protestas contra la sentencia del procés en las calles de Barcelona, donde vive, y sosteniendo que es la Policía quien ejerce «la violencia». Las declaraciones las realizó la ganadora en La Habana, donde estaba en ese momento, haciendo en Cuba cosas de escritores progres o lo que fuera que hiciera. No todo va a ser padecer el capitalismo en España y eso antes de cobrar el premio, con lo que imaginen lo que puede hacer un turista con 20.000 euros en La Habana, donde todo el mundo es feliz con el comunismo como prueba el hecho de que no haya protestas contra el gobierno.
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Como es lógico, los comentaristas de la cosa literaria han empezado a realizar las primeras críticas de la obra, e incluso se puede acceder gratuitamente a algunos avances publicitarios con algunos extractos que ayudan a entrever lo que uno se puede encontrar en el interior de la novela, titulada “Lectura fácil”.
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“¿No puedes saltar las compuertas de la estación de tren para ir a la Autónoma? Es muy arriesgado, el viaje es largo y estar pendiente del revisor del que huir durante doce paradas me revienta los nervios, que se me arremolinan en el estómago y me entran ganas de cagar, y son doce las paradas que me paso aplacando los retortijones. Empiezo a tirarme pedos silenciosos, apretando el culo para que no suenen, haciendo equilibrios sobre los isquiones en el asiento, avergonzándome del olor. Alguna vez he llegado a la Autónoma con las bragas cagadas. Después de soltar un poquito de caca ya puedes aguantar mejor, pero siguen quedándote seis paradas con el lametoncito de mierda en el culo. ¿No hay lavabos en el tren? No, en los ferrocarriles de corta distancia de la Generalitat no hay lavabos. Hay que subirse en el tren meada, cagada y follada”.
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Otros párrafos prometedores de la obra son del siguiente tenor:
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“No se puede ser promiscua sin condones, Marga, nada más que por las enfermedades de transmisión sexual, nada más que por eso. Ah, eso sí son enfermedades, ¿no?, responde ella. ¿Ah, no?, respondo yo. Pero si el sida no existe, Nati, qué dices. Ni el uno por ciento de la población. Más suicidios hay al año en España que diagnósticos de sida. Pero es que yo no follo con españoles, Marga, porque son todos unos fascistas. www.elboomeran.com/ Joder, Nati, eres más reaccionaria que el copón bendito. Y tú eres una jipi, a ver si te cortas ya esas greñas”.
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Seguramente se van haciendo ya una idea, pero por si acaso necesitan un poco más:
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“Entre las siete u ocho alumnas hay un alumno. Es un hombre pero ante todo es un macho, un demostrador constante de su hombredad en un grupo formado por mujeres. Va vestido con descoloridos colorines, mal afeitado, con el pelo largo y la apelación a la comunidad y a la cultura siempre a punto. O sea, un fascista. Fascista y macho son para mí sinónimos”.
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Es posible que resulte un poco injusto juzgar una película por el trailer, pero es lo que tienen los trailer. Frecuentemente el trailer es mejor que la propia película. Es lo que haces para que la gente se interese por la novela. Nadie coge lo peor para hacer el trailer. O sea, que lo que acaban de leer podría ser lo mejor de la novela. Una novela cuyos ingredientes son, aparentemente, algo así como caca, pedo, pis y un mitin de Pablo Iglesias.
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La cuestión de fondo sin embargo es cómo resulta posible que esta obra haya ganado el Premio Nacional de Literatura. O sea, ¿lo ha ganado a pesar de estos contenidos o precisamente gracias a ellos? Dicho de otra manera: ¿podría resultar ganadora una novela que incluyera los contenidos opuestos? Si la respuesta es que muy difícilmente, lo que tenemos es que los premios literarios son una expresión más del discurso dominante, y que el discurso dominante quiere divulgar y premiar contenidos como los de esta novela. Una novela que paradójicamente nos venden como radical o antisistema, cuando realmente es un producto del pensamiento dominante, que es el que reparte los premios, el impacto mediático y el dinero de los impuestos. Más aún, la autora es el producto perfecto del sistema específicamente en Cataluña, lo que acaba siendo alguien incapaz de pensar por sí mismo en el pasapuré mediático-cultural-educativo del oasis catalán. Buceando un poco en la hemeroteca, de hecho, nos encontramos con más premios previos para esta autora y entrevistas de 20 minutos en TVE para ella. Si alguien quiere ganar un premio literario, por consiguiente, ya sabe el tipo de cosas que tiene que pensar y cómo las tiene que escribir. Y desde luego las que no tiene que decir en absoluto. Lo que pasa es que, habiendo sido esto así probablemente siempre, el nivel y el tono de esta novela sugiere que ahora todo es mucho más cutre, decadente, ininteligente y burdo.
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Un comentario
Todo ese bodrio forma parte del paisaje giliprogre impuesto y compuesto por pantalones rotos, tatuajes, rastas, piercings y vocabulario soez… Y si Vds. están escandalizados (y con razón) por ese volcán de estiércol, esperen la producción literaria que saldrá después de pasar a nuestros jóvenes y jóvenas por el túnel de lavado cerebral (que no corporal) de Scolae.