“No aceptamos ninguna resolución que no sea la absolución”: Pamplona, con los jóvenes de Altsasu. El Noticias, ese diario que es ejemplo de imparcialidad y seriedad periodística, describía ayer con ese titular la concentración que tuvo lugar frente al Ayuntamiento de Pamplona en apoyo a los condenados por la paliza a los guardias civiles y sus parejas.
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Aunque sea al final, resulta significativo el propósito revelado de que la agresión quedara en la impunidad, o sea en la absolución de los agresores. En todo el proceso que se ha extendido entre la agresión y la condena a los agresores, los defensores de estos o pedían la impunidad o iban de la mano de los que pedían la impunidad. A su vez, la impunidad era exigida alegando argumentos tan absurdos como variopintos, los cuales iban desde que el teniente se había roto la pierna por pisar mal un bordillo hasta que todo era un montaje policial, judicial y mediático. De todos modos en este asunto de Alsasua estaban por un lado quienes se posicionaban en defensa de los agredidos y los que se posicionaban en defensa de los agresores, y entre estos los que pedían impunidad y los que pedían una pena proporcional, sin concretarla jamás (¿la misma que apalizar a un ertzaina?). Entre los defensores de la impunidad hay que suponer también camuflados a los que aplauden la violencia. Estos últimos no es que negaran los hechos, en realidad los reconocían tan nítidamente como los defensores de los agredidos, con la diferencia que a ellos les parece bien la violencia aplicada a los agredidos. Es raro que no haya tenido visibilidad este colectivo, englobado en una capa interior de la matriuska defensiva de la txabalería.
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Aparte de la exigencia por los manifestantes de impunidad/absolución para los agresores, no menos llamativo en el titular es la afirmación de que Pamplona está con los jóvenes de Alsasua. Es difícil encontrar una relación mayor entre mentiras y caracteres en un texto tan breve, ya que no hay nadie condenado ni por joven ni por ser de Alsasua, sino por violento, y desde luego Pamplona no está mayoritariamente con los violentos, puede que ni Alsasua, ese pueblo tan referencial que en ningún otro pueblo navarro debería haber más libertad que en Alsasua. Periodismo de altura una vez mas en Huarte. Después hay quien piensa que Joseba Santamaría se hace pasar a veces por un anónimo extremeño, entre otros personajes extraños como el que reparte dinero por ir a una manifestación contra Asirón o el que grita “Asirón ejecución” en una concentración en la que Pamplona apoyaba a los creyentes indignados con la exposición de Abel Azcona.
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Son todos los que están, pero no están todos los que son
Dice la sentencia final que los agredidos “esa noche fueron, en un primer momento intimidados e insultados y luego agredidos brutalmente, primero en el interior del establecimiento con golpes, patadas y puñetazos y posteriormente fuera del bar, por un número indeterminado de personas, de las cuales, como veremos después, se ha podido identificar al menos a los ocho procesados en el presente procedimiento”. Es decir, que los ocho “txabales” condenados por supuesto que eran culpables, pero hubo más que no se han podido identificar. O sea, que no se trata de lamentar las penas de los ocho condenados sino de que hayan podido quedar impunes algunos de los agresores. Difícil creer que habiendo decenas de personas alrededor participando o asistiendo a la paliza, en la era de los móviles no haya salido a la luz ni un vídeo mostrando lo que pasó. Ni un vídeo de la paliza, salvo uno de después por supuesto tratando de cuestionar los golpes al sargento a partir de la apariencia de una camisa. De lo que no hay duda es de que si hubiera habido alguna grabación de los hechos que hubiera favorecido a los agresores, ésa sí la conoceríamos.
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La sentencia indica que uno de los testigos, vecino del pueblo y amigo de la novia de uno de los guardias civiles, aunque propuesto por una de las defensas coincidió plenamente sin embargo en el relato de lo sucedido con los guardias civiles, y sus parejas, aunque no identificó a ninguno de los agresores. Obviamente no se atrevió a hacerlo. La sentencia insiste varias veces en que nadie viendo lo que estaba pasando intentó ayudar a los agredidos, detener la agresión ni llamar a la policía. Nadie se atreve nadie a declarar en los tribunales identificando a los agresores. Nadie en el pueblo se atreve tampoco a aparecer en los medios cuestionando la versión oficial abertzale. Sumen esto a que todas las víctimas han tenido que marcharse de Alsasua y dejen de preguntarse de una vez si Alsasua no es la población más progresista y modélica de Navarra a la que todas debería imitar, pese a la mala imagen que algunos le quieren atribuir.
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No fue una mera “trifulca”
Que los hechos acaecidos en Alsasua podían ser o no ser considerados como un delito de terrorismo era algo discutible y que podía entrar dentro de la lógica jurídica del caso, obviamente al terminar el proceso y no antes de iniciarlo como una especie de premisa impuesta por el nacionalismo y la extrema izquierda. En este mismo medio se apunto como precedente la paliza propinada en 1993 a un ertzaina en la Semana Grande de Bilbao, que concluyó con una pena de 6 años y medio para los agresores y en la que como ahora se apreciaron los delitos de lesiones y atentado a la autoridad. Algo que por otro lado queda perfectamente definido en la sentencia es que lo que ocurrió en Alsasua aquella noche de octubre de 2016 “los hechos probados no fueron un simple altercado”, ni por su desarrollo, ni por sus antecedentes ni por sus dimensiones. Podría añadirse que tampoco por la respuesta de diversos partidos y colectivos.
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La postura respecto a la condena de los agresores de Alsasua no puede extrañar demasiado en lo que respecta a la izquierda abertzale, ¿qué etarra ha sido nunca justamente encarcelado para la izquierda abertzale? Pero ni mucho menos la ignonimia respecto a aquella salvaje agresión se limita a la izquierda abertzale. Ayer mismo Ainhoa Aznárez, la podemita expresidenta del Parlamento de Navarra aprovechaba los micrófonos de los medios que se le acercaban para mandar abrazos a las familias de los agresores (los que no mandó a las familias de los agredidos) y apuntaba esperanzada la posibilidad de un recurso y de que en Estrasburgo dentro de 5 años se determine que “no existía nada de lo que se les acusa” a los condenados. Normal por no mandara abrazos a las víctimas de la agresión, puesto que no puede haber agredidos si por lo visto no hubo tampoco agresores y los condenados no agredieron ni lesionaron a nadie ni existió ninguno de los delitos que les atribuye la sentencia.
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Un comentario
Por fin parece que se va a limpiar el nombre de ese maravilloso pueblo llamado Alchachu. Lo han intentado manchar por envidia, porque saben que es uno de los mejores lugares de España, glup, perdón quería decir del estado, para vivir, donde más libertad se respira, donde todos los de fuera son recibidos por coros que les dan la bienvenida mientras esparcen a sus pies pétalos de flores frescas que impregnan el ambiente de un perfume embriagador. A partir de ahora Alchachu será un sinónimo de paz y convivencia en todo el mundo, perdón, quería decir estado mundial.