El alcalde de Pamplona, Enrique Maya, explicaba en una entrevista concedida al programa Hoy por hoy de la Cadena Ser que tiene en la cabeza, como por otra parte ya adelantó estando en la oposición, derribar la vieja estación de autobuses para darle un uso que dinamice el Ensanche y el centro de Pamplona: “Yo me imagino un lugar en el que se pueda hacer esquí para críos en una pista cubierta, se pueda jugar a bolos o se pueda ir al cine”.
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Salta a la vista que el edificio de la vieja estación ostenta como también señalaba el alcalde una ubicación privilegiada y que podría convertirse en un lugar emblemático, por no mencionar que Asirón se lo entregó casi sin más a una serie de colectivos afines que son quienes actualmente lo ocupan y disfrutan como mercadillo sin mayor aprovechamiento para el conjunto de los vecinos y la ciudadanía de Pamplona. Los colectivos que ocupan la vieja estación, de hecho, pagan un ridículo alquiler de 2.000 euros en un inmueble cuyas últimas reformas ya sólo costaron 800.000. No obstante si bolera, cine, pista de esquí o fábrica de misiles, vuelve a dar miedo que sea algo que lo decida el Ayuntamiento de Pamplona, y sobre todo que sea algo que pague la ciudadanía de Pamplona.
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Lo que haya de ser la estación que lo decida o desde luego lo financie la iniciativa privada. Que sean emprendedores e inversores privados los que se jueguen su dinero. Que sean ellos los que lo pierden si las cosas van mal. Que no se convierta la vieja estación en un lastre para las cuentas públicas de Pamplona y Navarra cuando vuelvan las vacas flacas, que volverán.
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