Hace poco más de una semana los medios se hacían eco del descubrimiento por parte de unos científicos japoneses de un gel que permitiría elegir el sexo de los bebés. Se trataría de un producto que, en forma de espuma o gel vaginal, permitiría ralentizar los espermatozoides que transportan el cromosoma «X» (niñas) dando ventaja a los portadores del «Y» para alcanzar el óvulo y favorecer el nacimiento de niños.
x
x
La noticia generó la lógica controversia ética tanto por el caos que podría derivarse de la alternación del mecanismo natural que determina el sexo de los humanos al 50%, como del hecho en sí de que se pueda elegir el sexo de un bebé o renunciar a los bebés de un determinado sexo. Imaginemos por ejemplo un gel que evitara la concepción de niños negros.
x
La mayoría de las noticias, a este respecto, tranquilizaban a los lectores recordando que la legislación española, concretamente la Ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre técnicas de reproducción humana asistida, en su artículo 26-2c-10, califica como una infracción muy grave “la selección del sexo o la manipulación genética con fines no terapéuticos o terapéuticos no autorizados”. ¿Pero significa eso que en España realmente no se puede elegir el sexo de un bebé o que no se podría comercializar el gel japonés? Lamentablemente, la realidad en España es mucho peor que la noticia del gel japonés.
x
En España, en virtud de la ley de plazos para abortar, es posible eliminar un bebé sin tener que aportar motivo alguno hasta la semana 14 de gestación.
x
El sexo de un bebé se puede conocer con una gran probabilidad de acierto y mediante un simple análisis de sangre a partir de la semana 10 de embarazo.
x
Por consiguiente, en España es posible hacerse un test para conocer el sexo de un bebé y matarlo si no es el que se desea. No hace falta que lleguen los japoneses con un gel.
x
De hecho la realidad de la ley del aborto es mucho peor que el gel japonés, ya que este gel evitaría la concepción de niños de un determinado sexo, mientras que en España es posible matar a un niño ya concebido porque los padres o la madre quiere otro sexo.
x
Que la legislación relativa a la reproducción asistida prohíba elegir el sexo cuando el aborto puede convertirse en un método de elección del sexo no hace más que evidenciar las contradicciones internas del propio discurso abortista, por no mencionar los horrores a los que puede dar cobertura el ideario supuestamente progresista.
x
Es de suponer que no serán muchos los casos en los que unos padres desalmados utilicen el aborto para elegir el sexo de un bebé, pero también son una flagrante minoría los casos de niñas embarazadas por su padre o de niños con horribles deformidades y con cuyos casos se pretende justificar el aborto en general.
x