Lamentablemente, grosso modo, esos sondeos de dudosa fiabilidad han acertado en cuanto a los resultados de las elecciones generales, celebradas ayer, día 28 de abril, en España: Pedro Sánchez continuará en el Palacio de la Moncloa, aunque ya no sea de una manera tan ilegítima, en la medida en la que ha pasado de tener 85 a más de 120 escaños.
Claro está que no va a poder gobernar en solitario (la mayoría absoluta, algo que sí ha logrado en el Senado, requiere un mínimo de 176 escaños en el Congreso de los Diputados). Necesitará del apoyo de los comunistas de PODEMOS, partido que continúa como una fuerza política relevante tanto en puntuación como en escaños, así como del procedente de nacionalistas periféricos.
Al respecto, no voy a extenderme demasiado en información aritmética o porcentual que se puede extraer con facilidad de determinados portales oficiales o meramente informativos. Más bien desarrollaré textual y aguerridamente mi perspectiva a todos estos respectos, desde la perspectiva más crítica posible, en base a los principios propios de mi persona.
Aval para la reedición del Frente Popular
Ya sea en primavera o antes del ecuador veraniego, se podrá reeditar la fórmula política del Frente Popular del 36″, igual que en junio del año pasado (a raíz de ese asalto al poder que fue legal pero ilegítimo). Pedro Sánchez, cuya recalcitrante hispanofobia es tan notoria como sus ansias de poder y su ideario radical, no tendrá ninguna clase de reparo en llegar a acuerdos con esas hordas.
Personajes como Arnaldo Otegi y Gabriel Rufián sabían que PODEMOS no iba a dar el sorpasso y que Pedro Sánchez sería una garantía de cara a sus pretensiones (algo improbable con un gobierno de PP y C’s sostenido por VOX, partido eminentemente firme en cuanto a la defensa de la unidad nacional frente a los nacionalistas periféricos).
Si Pedro Sánchez adelantó los comicios electorales temiendo que parte del electorado socialista fuera a echarse para atrás ante ciertas cesiones al nacional-catalanismo (cabe recordar que no descartan indultar a los presos golpistas catalanistas a la par que no tienen temores ante ciertas amenazas del nacionalismo vasco), pues decir que ahora «podrá agarrarse» a que ha «ganado» votos para justificar esas pretensiones.
Ahora bien, alguno podría barajar un acuerdo con Ciudadanos, con quienes sumarían 4 escaños más por encima de la mayoría absoluta. Pero no lo creo, aunque Albert Rivera tenga actitudes «veleta» que le hicieran renunciar a su negativa de pacto. Sabido es que un pacto con Pedro Sánchez le acarrearía su muerte política, máxime sabiendo de dónde proviene la mayor parte de sus votos.
VOX consiguió un objetivo, pero Casado se pega un batacazo
Dentro de las facciones partitocráticas, hay unas que escapan mejor que otras. El PP, a pesar de un líder que no es peor que la socialista Soraya Sáenz de Santamaría, no ha logrado frenar su descalabro. Se han quedado por debajo de los 70 escaños, habiendo perdido unos 72 con respecto a la anterior legislatura.
Pablo Casado no es un líder fiable (a pesar de que Albert Rivera, que ha mejorado su representación, con más escaños, no sea mejor). El acomplejamiento genérico a revertir la legislación marxista y pro-muerte, el aval a figuras como Monago y Moreno Bonilla, y la apuesta por importar el modelo intervencionista de California a España no han tenido premio.
Mientras tanto, en VOX, pueden estar contentos. Han conseguido entrar en el Congreso de los Diputados, con 24 diputados. Asimismo, el español que tenga la esperanza de que se puedan romper tabúes ideológicos (aparte de plantar cara al secesionismo de manera más contundente) en las Cortes Generales puede estar satisfecho puede estar contento, de momento.
Hay quienes dicen que han obtenido menos con respecto a algunos sondeos. Pero eso no es motivo para criticar a VOX, que ha logrado abarrotar los pabellones y salones de actos incluso en «históricos feudos socialistas» (esto no lo han conseguido ni PP ni C’s). El sistema de recuento de votos y concesión de escaños en base a D’Hondt no beneficia a los partidos menos votados.
Hay que saber reaccionar y mantenerse en alerta
Probabilidades de gobernar tenían líderes que para nada estan alejados del consenso «progre» y del estatismo (lo pudimos corroborar en los debates de la semana pasada), siendo la diferencia el grado de aplicación de las medidas. Eso sí, la solución no está totalmente en partidos políticos, independientemente de su éxito (VOX) o de su descalabro (PP).
Conviene, como en otros muchos aspectos de la vida, adoptar una actitud largoplacista. Me reafirmo en la necesidad de una sociedad activa y vigilante. Una de las tareas es librar una batalla no solo de reacción ante desmanes liberticidas, sino convincente-pedagógica, para que se rompa con la hegemonía progre, el nihilismo relativista y la relevancia sociológica del social-comunismo.
Una vez dicho esto, para concluir, hay que decir que ha salido victoriosa la facción más liberticida y problemática de todas las que existen en la partitocracia. Pedro y Begoña podrán estar tranquilos, pero los españoles bien podemos mantenernos muy en alerta y preocuparnos por la libertad, la tradición católica, la patria y el bien común, amenazados, por cierto, por la democracia.