Para los partidos del Cuatripartito, fueron y son sobre todo consecuencias del “Conflicto”.
Víctimas de uno y otro signo, los presos y sus circunstancias.
“En un entorno democrático -dijo el presidente del PNV en 1988- la violencia convierte a la víctima en verdugo”.
Las verdaderas víctimas, quería decir, eran los nacionalistas vascos, el auténtico pueblo vasco sufriente.
Pero algunos de ellos empezaron a matar, y los tuvieron por verdugos. Mejor, pues, no matar.
Desde la supresión de los Fueros, cuántas víctimas. La monarquía centralista, la dictadura de Primo de Rivera, la guerra
Civil, la dictadura de Franco, ETA, el GAL, las torturas, las cárceles. ¡Cuántas víctimas! ¿Quién podrá contarlas?
Y así, un año tras otro. Porque lo importante era y es la comunidad nacionalista vasca, y, cuando es útil, algún pacto con el Gobierno español que toque.
Las víctimas son siempre lo secundario. Un asunto desagradable. El lado oscuro de la cosa. Lo inevitable. Algo de lo que pedir perdón, en el mejor de los casos, cuando la cosa ya no tiene contrasntido político y queda bien. Es ético y moral, completo.
Pero el “Conflicto” sigue. Y eso sigue siendo lo primero. Aunque el Cuatripartito salga, compungido, a las puertas de todas sus Sedes, cada vez que se honra “ a las víctimas”.