Corría el año 1990 cuando, de manera entonces novedosa, la administración (gobernada por el PSOE de Felipe González) comenzó a inundar los medios con una campaña a favor del uso del preservativo, bajo el eslogan: “Póntelo, pónselo”. La campaña del gobierno, que tuvo una gran difusión, generó en aquella época un gran revuelo social y una denuncia de la Confederación Nacional Católica de Padres de Alumnos (CONCAPA) que concluyó con una sentencia de la Audiencia Nacional que (con un voto particular) dio la razón a la CONCAPA, anuló la campaña del “Póntelo, pónselo” y declaró que la campaña era “inveraz”. Exactamente, la sentencia argumentaba que el uso del preservativo «puede reducir pero no eliminar» los riesgos de embarazo no deseado de contagio de enfermedades de transmisión sexual, y que la información completa sobre esta cuestión no podía reducirse a la recomendación de usar el condón sin advertir de los riesgos que persisten pese a su uso y de que, alternativamente, como opciones seguras existen la abstinencia y la fidelidad.
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Como puede apreciarse, en realidad los términos del debate no se han movido demasiado. Lo que ha sucedido en todo este tiempo es que lo que entonces era novedoso ahora es rutinario. En todos estos años hemos sido sometidos a un auténtico bombardeo en relación con el uso del condón. Un bombardeo por saturación, además, justo en los términos que denunciaba en 1993 la Audiencia Nacional, omitiendo que el preservativo no es un medio de protección o de evitar embarazos 100% seguro y que existe un modo de vida y de afrontar las relaciones sexuales alternativo al hedonismo, y que en todo caso, el que quiera, que sepa a lo que se arriesga. Salta a la vista que la cultura moderna ha hecho causa promoviendo el preservativo y un estilo de vida hedonista, y que tras tantos años bajo este paradigma ahora, como veremos, ya se pueden juzgar los resultados.
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En este sentido, en los últimos días muchos navarros se han tropezado con publicidad institucional en los autobuses y diversos lugares públicos volviendo a insistir en el uso del condón. El motivo es el crecimiento de las ETS (Enfermedades de Transmisión Sexual) en las últimas estadísticas publicadas en Navarra, de las que hace escasas fechas nos hacíamos eco los medios de comunicación.
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El hecho es que aquel punto de inflexión en 1991 con aquella campaña del “Póntelo, pónselo” y todas las que la han seguido en cascada no ha supuesto en absoluto un punto de inflexión en la caída de las enfermedades de transmisión sexual. Para las ETS es difícil encontrar estadísticas que nos remonten hasta aquellas fechas tan lejanas pero, no obstante, el balance que se puede hacer a la luz de los datos es que cuantas más campañas a favor del hedonismo y el condón, más enfermedades de transmisión sexual, más SIDA y, por supuesto, más embarazos no deseados.
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En el prospecto de los preservativos Durex, sin ir más lejos, aunque en letra muy pequeña se advierte que “Ningún método anticonceptivo puede proporcionar 100% de protección frente al embarazo o la transmisión del VIH y otras ETS”. El prospecto, curiosamente, no detalla qué porcentaje de protección sí ofrece. En la web de Sanitas puede leerse que la eficacia de los condones es de un 98% “si se utilizan siguiendo las instrucciones del fabricante”. ¿Y en qué porcentaje no se usan los condones siguiendo precisamente las instrucciones del fabricante? Esto tampoco está claro. ¿Y cómo de eficaz es una protección del 98% si uno usa los condones cientos o miles de veces? Lo que está claro es que hasta los prospectos de los condones advierten de que no ofrecen total seguridad, cosa que curiosamente no suelen hacer las campañas de la administración.
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Tenemos por fin para concluir que las campañas a favor de los condones y el uso de condones han ido creciendo exponencialmente a lo largo de los últimos años, pero que sin embargo, a más campañas y más condones, más ETS y más abortos. Tal vez no pese a tanta campaña, sino precisamente a causa de tanta campaña. Es decir, si se promueve un método de protección que no es 100% seguro, no se advierte suficientemente de esta circunstancia, se promueve un estilo de vida hedonista consistente en usar cientos o miles de veces esa protección que no es 100% segura, y por otro lado se oculta o se denigra la familia tradicional, la pareja tradicional, la fidelidad o la abstinencia, lo raro sería estar ante otros resultados que ante los que podemos contemplar.
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