Creía yo que la tarea principal de un Parlamento era legislar y controlar al Gobierno. Estos casi cuatro años el Parlamento de Navarra no ha hecho ni lo uno, ni lo otro. Un Gobierno sin ideas carece de iniciativa legislativa y de controlar al Gobierno del cambio, nada de nada.
Pero han encontrado un procedimiento para justificar su costosa dedicación plena: llamar a colectivos para que planteen su difícil situación económica, la importancia de la causa que abanderan, lo mal que les han tratado los años anteriores o lo injusto que es el mundo. Docenas de colectivos han tenido su momento de gloria en el Parlamento, han trabajado preparando con cuidado su intervención y han acudido ilusionados y esperanzados. Es decir, han trabajado para que los parlamentarios escuchen y …. ¿Qué ha pasado después? Poca cosa me temo. Dudo que los gestos de asentimiento y de complicidad en las comisiones parlamentarias hayan sido seguidos de trabajadas iniciativas parlamentarias para solucionar esas problemáticas. Un doble engaño a unos colectivos que, en algunos casos seguro que lideran causas socialmente importantes.