Entrevista exclusiva para Navarra Confidencial del profesor Miguel Anxo Bastos

Miguel Anxo Bastos (Vigo,1967) es un economista, politólogo y divulgador vinculado a la Escuela Austríaca de Economía, discípulo de Jesús Huerta de Soto e intelectualmente afín al anarcocapitalismo. Licenciado en Ciencias Económicas y doctor por la Universidad de Santiago de Compostela, donde actualmente imparte clases, Miguel Anxo Bastos es además presidente de la asociación Xoan de Lugo, en el frontispicio de cuya web se encuentra el lema: “Anarcocapitalismo, ahorro y trabajo duro”, toda una declaración y compendio de sus principios. El profesor Bastos ha tenido la amabilidad de conceder a Navarra Confidencial esta pequeña entrevista.

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Como sabe, España está gobernada por un izquierdista radical como Pedro Sánchez, respaldado por comunistas y nacionalistas periféricos, reeditando así la fórmula del Frente Popular del año 1936.

Estamos viendo cómo se refuerza el izquierdismo que ya se ponía de manifiesto durante la era de Mariano Rajoy: mayores subidas de impuestos, despilfarro más intenso, probable derogación de la reforma laboral de 2012, “sanidad universal”, laicismo, apuesta nada menor por la ideología de género y el multiculturalismo, revocación del derecho a veto del Senado,…

Todo esto supone una amenaza para la libertad. No parece tan claro que los socialistas del PSOE vayan a proceder a un adelanto electoral. Sin embargo, ¿no sería mejor reclamar una sociedad civil más fuerte en vez de emitir un simple eslogan tal como “elecciones YA”? Por cierto, ¿qué panorama prevé para los años venideros?

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En primer lugar no me gusta comparar la situación con el año 36, pues sólo puede llevar a no entender bien la situación actual. En aquel momento el izquierdismo era mucho más radical y el derechismo también. También la confrontación de ideas se da en un plano distinto. Antes el combate se daba entre dos idearios muy confrontados en el ámbito político, mientras que ahora nos encontramos en una especie de consenso socialdemócrata en el cual los partidos difieren en el grado y en la velocidad de las reformas, no en el fondo de la cuestión. Nadie cuestiona por ejemplo, ni en el ámbito de los supuestos el llamado estado del bienestar ni los impuestos progresivos, que son el núcleo de la socialdemocracia. Tampoco se cuestiona la función social de la propiedad o la educación estatal obligatoria. La solución está por tanto en el ámbito de las ideas y a partir de estas de la construcción de una sociedad civil organizada fuera del estado, al tiempo que se debilita la hegemonía de este último. No se debería aguardar ayuda por parte del estado en estos temas, pues estos idearios son una estrategia que parte del mismo, como bien recuerda Paul Gottfried en sus libros. Tampoco ha realizado una discusión en serio sobre el multiculturalismo o la ideología de género, que tampoco son analizadas ni discutidas en su complejidad hasta su última consecuencia. Y creo que un debate serio sería de mucho interés para ambas partes. Simplemente se van imponiendo clichés, adoptados unánimemente por todas las fuerzas políticas e impuestos casi sin posibilidad de matiz. Yo personalmente prefiero debatir (y aprender) con defensores de la ideología de género o del multiculturalismo bien formados y con un discurso articulado con la colección de tópicos buenistas que configuran la corrección política. Eso también nos obligaría a los que no compartimos sus ideas a tener un discurso articulado y a no responder también con tópicos.

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Las obtenciones irregulares de títulos de posgrado (másteres) por parte de políticos como Cristina Cifuentes y Carmen Montón en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) son un indudable trato de favor hacia miembros de esa casta política que controla estas entidades.

Ahora bien, parece ser que, salvo honrosas excepciones, la universidad pública se ha convertido en un ámbito donde priman el igualitarismo, el enchufismo y la endogamia. Estas no dejan de ser entidades que dependen de los burócratas de turno.

Al respecto, ¿cree que aprobar legislaciones de buenas prácticas sería viable o mejor ir hacia la raíz del problema emprendiendo una verdadera liberalización del sector, que despoje a los políticos del poder que tienen sobre las mismas?

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La lógica de funcionamiento de la universidad no ha cambiado tanto como parece. Estos fenómenos que apunta han estado siempre presentes en la Universidad española, incluso con intervenciones estatales directas en la provisión de puestos docentes, como era habitual en el siglo XIX. Siempre ha habido excelencia en ella al tiempo que enchufismo y malas prácticas. Lo que pasa es que al extenderse su tamaño estos casos también se han extendido en número y son más perceptibles. El problema es otro y usted lo apunta bien. El problema es que al valer todos los títulos lo mismo y no darse competencia (como sucede en las escuelas de negocios que ofrecen un título propio sin más validez que el mercado quiera darle) no existe un incentivo claro ni para reclutar el mejor profesorado ni para innovar en organización y docencia. Las universidades españolas parecen cortadas por el mismo patrón, tanto sus curricula , como sus tasas o sus salarios son fijados administrativamente. Por lo tanto, aunque siguen dándose ejemplos numerosos de excelencia, el incentivo a mejorar se ve seriamente reducido. Lo más prometedor en la enseñanza superior (por lo menos en ciencias sociales y humanas) son los think tanks especializados y las herramientas existentes en internet que permiten dar formación casi gratuita y a la carta. Estas dinámicas serán las que a medio plazo forzarán a la universidad a tener que adaptarse.

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A finales de julio, se convocó una huelga por parte del sector del taxi, contra servicios de economía colaborativa como Uber, Cabify y BlaBlaCar. Estos están experimentando una considerable demanda que pone en jaque incluso a muchas empresas de autobuses.

Los convocantes de la huelga, lejos de pedir que deroguen el sistema de licencias y las regulaciones de tarifas que les impiden competir y adaptarse al mercado, exigen al poder ejecutivo que restrinja la concesión de licencias VTC, para afianzar el oligopolio taxista.

Si un burócrata arremete contra las nuevas modalidades ofertadas en el mercado “en beneficio de otras”, indudablemente aplica medidas proteccionistas. Eso sí, ¿cree que los gremios serían capaces de restablecer sus funciones originarias: ser redes de asistencia a taxistas, de libre adscripción, desinteresadas en favorecer monopolio alguno?

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Estos gremios a los que se refiere tienen difícil subsistencia a medio plazo. Los taxistas por ejemplo cuentan con grandes ventajas comparativas en el transporte. Conocen su oficio y cambiar algo su modelo de negocio no tiene porqué ser necesariamente traumatico. Les sería más fácil competir que a cualquier otra persona. Si se aferran a privilegios simplemente se verán desbordados, no sólo por Uber o Cabify sino por las nuevas aplicaciones que se están desarrollando con la arquitectura blockchain, que dejará obsoletas incluso a esas empresas nuevas. Igual que los músicos no pudieron con los discos, y las discográficas con internet los taxistas no podran sobrevivir a los nuevos modelos, salvo que estudien su funcionamiento y se adapten a el. Lo mismo le pasará a Uber y Cabify. Hay mucho negocio potencial en las nuevas tecnologías. Permiten modular el servicio, permiten competencia de calidad, o puden compaginar servicios de reparto con transporte de personas (cada vez más demandados). En vez de ver el enorme potencial de las tecnologías pretenden oponerse a ellas. La historia nos demuestra siempre que al final es imposible oponerse a ellas, sólo retrasarlas.

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Usted considera que “las tecnologías como tales son neutrales, no son pro o antiestatistas, pero sí lo es su uso concreto o la forma en la que estas se diseñan”, lo cual no deja de ser cierto, igual que ocurre con la ciencia en sí.

Al respecto, nos gustaría saber si, en base a estas concepciones, formularía algún juicio de advertencia sobre algún mal uso de la inteligencia artificial. Hablamos de eso mismo en base a lo cual podría ayudarse al ser humano mejorando la productividad, aunque se corra por otro lado el riesgo de transitar hacia el transhumanismo.

No obstante, la pregunta se hace más bien teniendo en cuenta cómo tiranías como la china han reforzado su “rol orwelliano”: cámaras que monitorizan a los ciudadanos, escáneres portátiles para consultar el contenido de los smartphones privados, etc.

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No temo a la inteligencia artificial. Esta nunca podrá ser como la inteligencia humana, le faltan factores como la preferencia temporal para ser como la humana. Una de las categorías principales de la acción es el tiempo. Este es escaso y es uno de los principales condicionantes humanos. Una máquina tendrá por necesidad una preferencia temporal distinta y de ser inteligente sería consciente de eso. Los imperativos a tomar decisiones serían muy distintos dado que su tiempo es menos escaso que el nuestro y no sufriría deterioros coginitivos o físicos en la misma medida que el humano. Además su ser podría ser guardado e incluso replicado. Tendría serias dificultades para optar entre cursos alternativos de acción al no tener la misma prisa que un humano. Nunca podría igualar por tanto la inteligencia humana. Yo relativizaría el transhumanismo. El humano  siempre ha usado de artefactos para mejorar sus capacidades (gafas, microscopios, memorias artificiales, máquinas de cómputo…) Peros siempre han sido herramientas. El transhumanismo podría ser una versión mejorada de los mismos, pero sería un cambio en esencia, no en grado.

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España es un país con una mentalidad estatista, aparte de ser esnobista y sociológicamente favorable a los esquemas de la progresía y la corrección política, a pesar de ser un país católico que contribuyó a la evangelización y promoción de la civilización occidental en América.

El libertarismo, por ende, no es lo suficientemente popular. De hecho, la mayoría de seguidores de esta corriente suelen ser funcionales al marxismo cultural: abortismo, ideología de género, feminismo, multiculturalismo, laicismo, etc.

Ahora bien, en el carlismo hay un recelo hacia el Estado, favorable hacia la idea de una sociedad civil fuerte. ¿Cómo cree, por ende, que la causa de estos tradicionalistas podría sumarse a la pro libertatem y defender la libertad así como las instituciones naturales y los valores católicos?

Mi idea es que el pensamiento libertario, en especial el de derecha, podría encontrar unas raíces más firmes y sólidas en el tradicionalismo hispano, precisamente por su antiestatismo. Si la derecha española se hubiese fundamentado en el tradicionalismo y no en el liberalismo habría encontrado una mejor fundamentación, sería más coherente y menos estatista. La síntesis de Cánovas entre liberales y conservadores tradicionalistas ha desorientado mucho a la derecha hispana, pues entiendo que tomó lo peor de ambos, no lo mejor. No quiero decir que el tradicionalismo sea libertario, simplemente que releído hoy podría fundamentar mejor un ideario de este tipo. Solo hay que leer a personas como Vallet de Goytisolo para darse cuenta.

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Un comentario

  1. Anarcocapitalismo, libertarismo que no es marxista… Una visión distinta (aunque no se explican los conceptos). Hace falta renovar lo que hay. Y esa valoración del tradicionalismo me ha gustado.

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