Que el Senado es un armatoste caro y absurdo es algo que no se le escapa a casi nadie. Se trata de una cámara perfectamente prescindible que se podía y seguramente se debía haber cerrado hace tiempo. El Senado ha llegado a ser un monumento al disparate en el que, teniendo una lengua común, ha habido que contratar una legión de traductores para que un vasco se entendiera con un asturiano o un catalán. También es un cementerio de elefantes y un lugar al que mandar gente incómoda del propio partido. Hay 266 senadores, prueben ustedes a parar a la gente por la calle a ver cuántos les pueden nombrar a 6. El Senado viene a ser un trámite más, sin poder de decisión, para alargar una burocracia ya de por sí bastante lenta, pesada, redundante y absurda. O sea que sí, que sería perfectamente planteable cerrar el Senado. El problema es que no todos los motivos para hacer algo razonable son razonables. Es más, puede haber motivos tan malos que lo razonable se convierta en defender el Senado.
X
Uno no puede pretender la supresión del Senado simplemente porque no tiene mayoría en el Senado. Hay muchas razones como veíamos para cerrar el Senado, pero ésta no lo es por su carácter antidemocrático.
X
Incluso en ese supuesto, para cerrar el Senado, por el motivo que sea, hasta un motivo bastardo, para ello se tiene que seguir un trámite de reforma. No puede saltarse el cauce democrático ni valerse de triquiñuelas de dudosa legalidad para eliminar la función del Senado por la vía de los hechos, pero manteniendo el Senado. De hecho es lo que nos faltaba, puentear al Senado como si sólo existiera el Congreso pero seguir pagando el Senado. De todos los escenarios posibles este es sin duda el más absurdo de todos.
X
Si me gusta el resultado electoral acepto la existencia del Senado; y si no, no
Alternativamente, cuando uno se encuentra en el Senado una mayoría que no le gusta y retrasa (más que impide) sus designios, lo que puede hacer es convocar elecciones y tratar de cambiar esa mayoría. Este sería de hecho el camino que elegiría un demócrata. Impedir que una cámara pueda cumplir las funciones que le otorgan las leyes y la Constitución es casi un acto de golpismo. Y sin duda así se calificaría si lo intentara hacer un gobierno de derechas frente a un Senado con mayoría de izquierdas.
X
Otro asunto a tener claro en este debate es que, frente a lo que repiten goebbelianamente Podemos y el PSOE, la soberanía popular no la representa el Congreso. Según Pablo Iglesias, por ejemplo, «Es completamente legítimo utilizar el reglamento parlamentario para acabar con una anomalía democrática como es que el Senado pueda frenar las decisión de la cámara que representa la soberanía popular, que es el Congreso».
X
Muy por el contrario, el artículo 66 de la Constitución dice que:
x
1. Las Cortes Generales representan al pueblo español y están formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado.
2. Las Cortes Generales ejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus Presupuestos, controlan la acción del Gobierno y tienen las demás competencias que les atribuya la Constitución.
3. Las Cortes Generales son inviolables.
X
Es decir, la soberanía popular no la representa el Congreso, ni el Senado, sino el Congreso Y el Senado. Evidentemente tan votados por los españoles están los miembros del Congreso como los del Senado. Si a alguien no le gusta cómo se reparten los asientos del Senado, lo que tiene que hacer es cambiar la ley electoral, no cortocircuitar el Senado cuando no le gusta el resultado de las elecciones al Senado. La anomalía democrática es estar a favor o en contra del Senado, o aceptar o no las votaciones del Senado, según el resultado de las votaciones.
X
Queda además por preguntarse cuál es la razón por la que Pablo Iglesias dice que quien representa la soberanía popular es el Congreso y no el Senado. La primera hipótesis es la ignorancia, que sería muy grave, primero porque claramente la Constitución establece la soberanía popular la representan el Congreso y el Senado, por eso votamos en dos urnas con dos papeletas de distintos colores, pero sobre todo porque Pablo Iglesias ha estudiado Derecho y Ciencias políticas. No siendo tampoco el doctor más humilde de España, ¿cómo es posible entonces que no sepa algo tan elemental como que la soberanía nacional la representan el Congreso y el Senado? ¿Ese es el nivel no ya de nuestros universitarios sino de los profesores universitarios y no de los de Ingeniería sino de los de Políticas? La otra alternativa aún es peor, y es que sabiendo que al pueblo español lo representan el Congreso y el Senado lo explique deliberadamente mal a los ciudadanos para justificar una actuación antidemocrática.
X
x