En la primera gráfica, remontándonos a 1995 con una Batasuna legal, nos encontramos con que el 57% del electorado nacionalista en Navarra (y ello aún con la discutible inclusión de Batzarre) es votante de Batasuna. Excluyendo a Batzarre, el porcentaje sería del 67%. No cabe duda, por tanto, de que históricamente el votante nacionalista es un votante batasuno o que ha votado a Batasuna.
Más recientemente, en 1999 nos encontramos con el último año en que Batasuna se presentó a las elecciones. Euskal Herritarrok fue posteriormente ilegalizada como una de las máscaras de Batasuna. En aquella última ocasión, los resultados son si cabe más abrumadores. El voto Batasuno significó el 74% del electorado nacionalista navarro. La adhesión de Batzarre a Euskal Herritarrok no altera sustancialmente este resultado.
En el 2003, vemos la diferencia cuando Batasuna no puede presentarse a las elecciones. El voto Batasuno pasa principalmente a Aralar (escisión de Batasuna y principal beneficiado políticamente por la ilegalización) que nunca ha competido directamente en Navarra con una Batasuna legal, pero que evidentemente es la formación principalmente beneficiada por la herencia de sus votos.
El voto nacionalista en Navarra, por consiguiente, procede de Batasuna en un porcentaje que ronda el 70%. La inmensa mayoría de los votantes nacionalistas o bien han sido votantes de Batasuna, o bien han votado a Batasuna mientras Batasuna ha podido concurrir legalmente a las elecciones. Siendo Batasuna el gran caladero del voto nacionalista, es más fácil explicarse la radicalización de Nabai y sus dificultades para asumir ciertos planteamientos básicos en la persecución de los terroristas. Sencillamente saben quién les vota.