Por supuesto. Si un político miente o comete un fraude debe dimitir. No obstante, en los últimos tiempos asistimos a un juego en el que parece que ya no se trata de quitar o poner a los políticos mediante unas elecciones, sino a golpe de escándalo. Lo importante entonces ya no es qué ideas defiende cada político o qué programa propone, sino los trapos sucios que se le pueden encontrar o los que él le puede encontrar al rival. La batalla de las ideas es sustituida por la batalla de los másteres y hay algo en todo esto que sin duda resulta errado y disfuncional.
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Pedro Sánchez es una catástrofe con o sin máster
Supongamos que a Pedro Sánchez se le encuentra un renuncio sobre su máster, sobre su helicóptero o sobre su hipoteca. Como se señalaba desde el principio, no se trata de que no debe responder de ello. Pero la política y la batalla de las ideas es otra cosa. O sea, ¿qué sucede si publicando tal o cual escándalo se elimina del tablero a Pedro Sánchez, a Uxue Barcos o a Artur Mas? ¿Ganamos algo si el asunto se zanja con un Quim Torra que asuma la sucesión? ¿Qué se puede publicar respecto a Otegui para que tenga que dimitir, ¿Que es un secuestrador? Los efectos de intentar hacer política a golpe de escándalo resultan bastante limitados, tanto como cambiar una ficha por otra del mismo color, y los efectos son progresivamente menores cuanto más se usa el escándalo como recurso. No sólo esta forma de intentar hacer política resulta cuestionable sino que probablemente deriva en un desenfoque absoluto del terreno ideológico.
La victoria real es que no se vote a Barcos por pura que sea Barcos
De lo que se trata en el fondo es de que la gente no vote a Uxue Barcos por más que Uxue Barcos fuera una santa. De lo que se trata es de juzgar las ideas, los valores y el programa de Uxue Barcos y no de juzgarla a ella personalmente. Ganar la batalla ideológica es que si se le descubre un trapo sucio a Pablo Iglesias y es sustituido por otro candidato, la gente no le vote porque perciba que el problema no es el candidato, sino las ideas del partido. Si en tal o cual partido aparece un caso de fraude o corrupción, se trata de que el responsable dimita o sea cesado no porque eso da o quita votos, sino porque depura y dignifica la vida política. ¿Y si a los de enfrente no les encontramos ningún caso de corrupción? ¿Cómo los derrotamos? ¿Y si nosotros tenemos mejores ideas pero nos encuentran un caso de corrupción? Ganar no es que le caiga un meteorito al candidato rival. Eso no es más que un avance puntual. Ganar es conseguir sembrar una serie de ideas y valores en la mayoría de la sociedad. En democracia, incluso sin ella, gana el que tiene esa mayoría social.
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La burbuja de la corrupción
No se trata por tanto de que la batalla de los másteres o en general los escándalos de corrupción nos deban dejar indiferentes, o que no debamos estar vigilantes, sino de que no acabemos sustituyendo casi por completo el debate ideológico por la elección del candidato con menos multas de tráfico, aunque sus ideas sean un horror, o del candidato que mejor ha sabido destruir personalmente a sus rivales, o del candidato que mejor ha sabido ocultar sus vergüenzas o que cuente con una máquina más potente de fake news o no news.
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