Feliz Diada de mentirijilla

Un año más el separatismo catalán ha vuelto a celebrar la Diada, una de las celebraciones más surrealistas del panorama político teniendo en cuenta la total discrepancia entre lo que celebran los separatistas y lo que realmente sucedió en 1714.

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Una guerra de sucesión, no de secesión

Remontándonos a aquellas fechas, nos encontramos con que al morir sin descendencia Carlos II “el Hechizado”, se originó una disputa para reclamar el trono por parte de Felipe de Anjou, francés y Borbón, y el Archiduque Carlos, austriaco y Habsburgo. Lo que se decidía en aquella disputa era si en España reinaban los Borbón o los Habsburgo. Como mucho, a la hora de elegir bando, podría incidirse en que los Habsburgo practicaban una política menos centralista que los Borbón, aunque relativamente. Así, por ejemplo, la victoria de los Borbón supuso que efectivamente los catalanes perdieran sus fueros, pero que en cambio los conservaran los vascongados y los navarros, que por cierto se habían alineado con los Borbón.

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Una guerra global entre europeos y entre españoles, no entre Cataluña y España

A la vista de este conflicto y del poder que obtendría el ganador (y por tanto Francia o Austria y sus áreas de inflencia) al hacerse con las posesiones españolas, todas las potencias europeas se posicionaron a favor de un bando u otro e intervinieron en la guerra en función de sus intereses. Francia, lógicamente, con Felipe de Anjou y Austria e Inglaterra con el Archiduque Carlos.

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Por eso mismo la Guerra de Sucesión no tuvo como escenario particular a Cataluña. Así, por ejemplo, las tropas del Archiduque Carlos conquistaron Madrid, se retiraron de ella, fueron derrotadas en la Batalla de Almansa en 1707, volvieron a tomar Madrid y volvieron a tener que retirarse ante la llegada de tropas francesas. Se combatió en Zaragoza, en Valencia… La Guerra de Sucesión provocó más de un millón de muertos en toda Europa y América, medio millón de ellos franceses. El separatismo catalán no sólo falsea la historia al presentar una guerra de sucesión como una de secesión, sino que para ello sólo cuenta y además tergiversándolo severamente el pequeño trozo de esa guerra que se libró en Cataluña.

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De cara a ilustrar la amplitud del terreno de juego de aquella guerra, cabe señalar que de los ocho regimientos que se formaron para combatir en Barcelona cuatro regimientos eran catalanes (el Regimiento de la Generalidad, el Regimiento de Barcelona, el Regimiento de Nuestra Señora del Rosario y el Regimiento del coronel Busquets), otro alemán (el Regimiento de San Narciso), otro castellano (el Regimiento de la Inmaculada), otro valenciano (el Regimiento de Nuestra Señora de los Desamparados) y otro navarro (el Regimiento de Santa Eulalia). Efectivamente, como de costumbre había navarros en ambos bandos.

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Como figura central de la conmemoración separatista, el colmo de la ironía es que se manipule la figura de Rafael Casanova, Conseller en Cap y máxima autoridad de Barcelona, ante cuya estatua depositan sus ofrendas florales durante la Diada desde Otegui hasta Torra. El caso es que el sentido del bando de Casanova llamando a los catalanes al combate deja pocas dudas respecto al patriotismo español de Casanova y al hecho de que borbones y austracistas peleaban cada uno por un aspirante a la corona, pero eran y se sentían todos españoles. He aquí una cita bastante ilustrativa del breve y emotivo bando de Casanova:

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“…protestando de todos los males, ruinas y desolaciones que sobrevengan a nuestra común y afligida Patria, y exterminio todos los honores y privilegios, quedando esclavos con los demás españoles engañados y todos en esclavitud del dominio francés; pero se confía, que todos como verdaderos hijos de la Patria, amantes de la Libertad, acudirán a los lugares señalados a fin de derramar gloriosamente su sangre y vida por su Rey, por su honor, por la Patria y por la libertad de toda España”.

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