En medio del debate sobre los lazos amarillos y la violencia nacionalista que empieza a despuntar tras ellos ya sin ningún disimulo, en primer lugar procedería quizá preguntarse sobre si los espacios públicos deben ser o no neutros. Es decir, en la vía pública, en el Palacio de Rozalejo o en un camión de bomberos, ¿debe haber mensajes de contenido político partidista?
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De todos o de nadie
La respuesta puede ser que sí, o puede ser que no, pero si es que sí debe ser que sí para todos. Es decir, si alguien puede colgar un lazo amarillo, otro puede pintarle unas patas, unas alas y un pico para convertirlo en un pollo, o añadirle unos ribetes rojos para españolizarlo, o directamente colocar encima o al lado una bandera de España, el escudo de la Guardia Civil o una foto de Paris Hilton. Lo que no puede ser es que alguien decida utilizar unilateralmente los espacios públicos, asumiendo que no tienen porqué ser neutrales, pero apropiándoselos de modo que además sólo los pueda utilizar él y sólo él para sus mensajes, y el que intente retirar esos mensajes o colocar otros toma puñetazo y al hospital, aunque sea una mujer. Que por cierto, cuando un separatista pega a una mujer ni yo te creo hermana, ni aquí está tu manada ni nada de nada. Que un hombre pegue a una mujer es terrorismo machista, salvo que la mujer estuviera quitando un lazo amarillo. Se quejan cuando se dice que el movimiento feminista se encuentra totalmente manipulado, pero es que nunca puede verse a los colectivos feministas manifestándose contra Podemos, los separatistas o Soros.
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Dicho lo anterior, no se puede ocultar la importancia que tienen los llamados CDR (Comités de Defensa de la República) en la colocación de lazos amarillos y en general la propaganda y cartelería separatista, así como en las acciones para evitar su retirada.
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A este respecto cabría a su vez preguntarse si la existencia de estos grupos y su actividad es legal o ilegal. Si es ilegal, estamos ante otro problema y lo que tiene que hacerse es actuar contra ellos, su financiación y sus organizadores, pero si es legal resultaría pertinente la pregunta que se planteaba al principio: ¿hacen falta unos comités para la defensa de la Cataluña no nacionalista? O ya puestos, ¿haría falta organizar unos comités para la defensa de Navarra que, por ejemplo, se dedicaran a quitar fotos de presos e ikurriñas o poner fotos de víctimas y banderas de España y de Navarra?
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Sin duda se trata de una cuestión abierta con sus pros y sus contras, pero una crítica que no tendría sentido es la de que sería una idea que nos llevaría al conflicto. Volviendo al principio, podemos concluir y a lo mejor es lo sensato que el espacio público sea neutral (o no), pero lo que no puede ser es que el espacio público lo ocupe una facción, se lo apropie y lo convierta en su monopolio, y que hacer lo mismo desde otra visión sea abrir un conflicto y que no abrir un conflicto sea someterse y entregar el espacio público al separatismo.
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La apropiación violenta del espacio público
Por lo demás, es innegable que el separatismo ya ha decidido hace tiempo que el espacio público no es neutral (véanse las fiestas populares, los colegios o el paisaje urbano) y de hecho lo tiene ocupado en exclusiva. La pregunta entonces es si un comité de defensa de Navarra debería entrar al Gaztetxe Maravillas, que es de todos, a colgar sus propias pancartas, o si debería determinarse que los espacios públicos deben ser neutros. Lo que no tiene lógica es concluir, ni idealmente ni por la vía de hecho, que el espacio público sea en realidad un bien privativo de la ultraizquierda y el separatismo. Y que además esa apropiación se lleve a cabo por la violencia. Porque si esa apropiación ha sido pacífica, un comité de defensa navarro no debería tener el más minimo conflicto entrando en el Palacio de Rozalejo para poner sus propias pancartas en ese espacio de todas y todos. Y si resulta que no se puede porque la apropiación del espacio público es violenta y exclusivista, entonces no debería tolerarse e ningún modo.
Un comentario
¿Por qué unas pintadas duran años y otras son borradas en horas? Una vez más la respuesta nos señala al poder político, que cuando no tolera ciertas pintadas, es directamente el responsable de organizar murales feministas a la entrada del pueblo desnaturalizando totalmente cualquier atisbo de espontaneidad que pudiera quedarle a esa voluntad revindicadora.