Tras décadas de insistencia en los fallidos planes de cooperación internacional, que no son nada más que transferencias de dinero público a élites compuestas por ONGs multinacionales y gobiernos extranjeros, más de un miembro del establishment progre-socialdemócrata europeo nos hace creer que con un Plan Marshall sacaremos de la pobreza a las sociedades y países del Tercer Mundo.
Esta propuesta no consiste sino en dar más subsidios de los ya concedidos, cuando, si algo está en las manos del Primer Mundo, no es sino acabar con los aranceles, fomentando así el libre comercio global y, en el caso europeo, pues derogar la muy proteccionista Política Agraria Común (PAC), que ahoga económicamente a estos países mientras que obstaculiza la innovación agrotecnológica europea.
No obstante, es obvio que esos países subdesarrollados deberán de poner también de su parte para que sus sociedades prosperen considerable y notablemente. Eso sí, no lo conseguirán a base de políticas de planificación centralizada y absolutérrimo desprecio a la iniciativa privada, sino todo lo contrario. ¿Habrá que liberalizar entonces esas economías, verdad?
Basta con decir que el Producto Interior Bruto de Botsuana (PIB) se disparó cuantitativamente a partir del año 2002, pasando de 5 a más de 17 millardos de dólares. Pero es que, a su vez, cabe resaltar que se ha convertido en una de las economías más abiertas y libres del continente africano, junto a las Islas Mauricio y las Seychelles, entre otros territorios.
Es más, según el think-tank liberal-conservador estadounidense The Heritage Foundation, hay mejoras considerables en lo concerniente a la libertad comercial, la salud fiscal y la estabilidad monetaria. La deuda pública experimentó un ligero descenso el año pasado, habiendo mejorado muy minúsculamente el gobierno en lo concerniente a gestión del gasto público.
Luego, en materia comercial, apuntan que a pesar de ciertas barreras no arancelarias que impiden el comercio (lo obstaculizan mejor dicho), la apertura gubernamental a la inversión extranjera es superior a la media, mientras que el sector privado tiene mucha facilidad para acceder al crédito, en mercados de capitales que funcionan adecuadamente.
Ahora bien, se advierte de la lentitud de los trámites burocráticos para abrir una empresa y a la hora de recortar subsidios, así como de los procesos judiciales, aunque se respete la independencia judicial. Del mismo modo, aunque destacan que es el país africano menos corrupto, no hay restricciones a los negocios privados de funcionarios y el presidente ha centralizado poderes en su persona, en familiares y en militares.
Por lo tanto, ya para concluir, queda claro que todo lo que pueda hacer el Estado de Botsuana para que la sociedad sobre la que ejerce el monopolio de la violencia sea más libre y próspera, no es sino seguir liberalizando sectores, recortando peso estatal y gasto público, y despojándose del exceso de poderes que se ha autoconferido el presidente del país. El asistencialismo desde luego no funciona.