Todos sabemos de la infrahumanidad y eficiencia del sistema sanitario de la tiranía comunista de Venezuela, muy a pesar de que los «podemitas» no lo recuerdan con las algaradas a la que acostumbraron con las «mareas blancas», que nacieron como reacción contra la externalización de la gestión de hospitales públicos madrileños, promovida por el aguirrismo.
Hay unos brotes de enfermedades impensables en cualquier país norteamericano o europeo, que vienen a ser una de las razones por las que el chavismo no deja de incrementar la sangría poblacional: el flujo de venezolanos a Latinoamérica incrementó en un 900% entre 2015 y 2017, pasando de 89.000 a 900.000 migrantes.
Pero es que esa realidad no deja de evidenciarse, con más pruebas que vienen a seguir marcando la actualidad venezolana, y que deben de ser contenidos de alerta a emitir aquellos que somos conscientes de la inhumanidad criminal de un sistema de absolutísima planificación centralizada, con una política considerablemente hiperinflacionista.
El pasado martes día 31 de julio, una mujer falleció a consecuencia de la ausencia de antídotos para tratar la mordedura que le causó en su hogar una serpiente coral, de índole venenosa. Ni en el ambulatorio ni en un hospital venezolano pudieron hacer nada, y resulta que la razón es el elevado coste del tratamiento: 80 millones de bolívares.
Pero no solo eso. La dictadura está librando una batalla a fin de sancionar a aquellos sanitarios que se suman a los parones indefinidos -excluyendo, por razones humanitarias, morales y obvias, las emergencias, las vacunaciones y casos especiales, basada en el amedrentamiento y la discriminación, según alertaron la Federación Médica y la ONG Médicos Unidos de Venezuela.
Siete médicos residentes especializados en Pediatría, en el Hospital Doctor Egor Nucete de San Carlos (Cojedes) fueron despedidos tras su participación en la huelga. Es más, a uno de los médicos indignados y promotores de la protesta se le amedrentó, por ello mismo, con enviarle a una prisión. Otro sugirió que el gobierno busca que esta persecución parezca un «castigo ejemplarizante» por protestar.
En cualquier caso, tal y como se pone de manifiesto en la indignación de los profesionales de la salud y de muchos ciudadanos venezolanos, hay eminente hartazgo ante las insalubres condiciones de un sistema sanitario imposible de sostener debido a la mera ineficacia del modelo económico socialista. En una economía libre no se dan estos problemas.