Todos sabemos que ese mismo mainstream media que informa en base a la corrección política, de manera manipuladora contra cualquier agente que cuestione los dogmas del establishment, basados en el marxismo cultural, está bastante empeñado en que los políticos reaccionen por medios estatales contra las «fake news», contra un concepto que casualmente caracteriza sus propios contenidos.
La Unión Europea, cuyos servilismos y componendas ya conocemos sobradamente, elaboró el año pasado un informe en el que recomendaba mejorar la contabilidad online y la educación, respaldar el periodismo de calidad y actuar -por parte de las plataformas online- con celeridad y eficiencia para «proteger a los usuarios de la desinformación».
De hecho, ya a comienzos de este mismo año, el ejecutivo francés, dirigido por el centro-izquierdista Emmanuel Macron anunció un plan de acción para «proteger la vida democrática» de Francia de las «fake news», con propuestas similares a las del documento comunitario previamente mencionado, aparte de dotar de mayor poder al Consejo Audiovisual.
Todo ello cuenta con el respaldo de quienes componen, de una u otra forma, los equipos de periódicos de izquierdas y soristas como el británico The Guardian, para el cual, uno de sus propios editores, Jim Waterson, también activista de la causa, escribió un artículo de noticia para el mismo diario donde él trabaja, en la que exponía lo siguiente:
Se espera que un comité parlamentario diga que democracia está en peligro a menos que el gobierno y los reguladores emprendan acciones urgentes para combatir una crisis reciente de manipulación de datos, desinformación y las llamadas «fake news». […]
En ningún momento, según se puede corroborar leyendo la noticia, consta sesgo crítico alguno con estas andadas del establishment progre-socialdemócrata británico, similares a las de otros países. No obstante, a la hora de hablar del Egipto actualmente gobernado por los oponentes de los islamistas Hermanos Musulmanes, consideran que las «fake news» son una herramienta de represión.
Los términos con los que el párrafo anterior finalizaba evidencian que reconocen que la libertad de expresión se ve cercenada con estas estrategias pero claro, sabemos ya que la progrez, que nada tiene de defensora de las libertades, tiene unas concepciones sobre los derechos naturales eminentemente selectivas, como muy bien sabemos y observamos en los political daily affairs.
Buscan censurar cualquier contenido crítico con el feminismo, el homosexualismo, el abortismo, el islamismo, el multiculturalismo y el globalismo. También sugieren que cualquier resultado político que les disguste resulta de injerencias foráneas: recordemos que atribuyen a fuerzas externas y a Rusia las apuestas mayoritarias por Donald Trump y la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
Y ya concluyendo, que quede claro, aunque no se hayan dado cuenta aún, que han reconocido el corte censor, orwelliano y totalitario de las estrategias contra las «fake news», que buscan censurar a voces conservadoras y defensoras de Occidente frente a diversos tipos de enemigos de la libertad, el cristianismo, la dignidad humana, la familia y la sociedad abierta.