Este verano ha sido testigo de una enorme sacudida dentro del mundo de las ikastolas. El VI Congreso de la Federación de Ikastolas de Euskalerría (“órgano común” que agrupa a las ikastolas de la CAV, Navarra y Francia), intentaba organizar una transición desde el actual modelo organizativo hasta una “sociedad cooperativa europea”. Tradicionalmente, la Federación de Ikastolas venía tomando sus decisiones por unanimidad y por territorios (federaciones). La nueva sociedad cooperativa, figura jurídica transnacional de reciente creación en Europa, dinamitaba el modelo sustituyéndolo por otro en el que cada ikastola ostentaba su propia representación y la unanimidad era sustituida por la mera mayoría. Aunque aparentemente más representativo, el modelo sin embargo encerraba una trampa, ya que de las 100 ikastolas federadas sólo 15 eran navarras. Al no adoptarse las decisiones por unanimidad en el nuevo modelo, las ikastolas navarras pasaban a quedar totalmente diluidas frente a la abrumadora mayoría de ikastolas de la CAV. Las ikastolas navarras, además, apreciaron una maniobra soterrada de la izquierda abertzale para hacerse con el control de la nueva federación cuyo presidente, sin mayores contrapesos, es el abogado de LAB Koldo Tellitu. Toda la operación, por tanto, suponía una toma de los puestos claves de la nueva sociedad cooperativa por parte de la “izquierda abertzale”, mientras que la Federación Navarra perdía por completo su influencia al quebrar por un lado la habitual toma de decisiones por unanimidad y, por otro, el modelo de voto por federaciones o territorios. Frente a esta operación, que podría equipararse a una especie de “OPA”, 13 de las ikastolas navarras votaron en contra de los estatutos quedando ninguneadas al margen de la constitución del nuevo organismo, fuera del cual permanecen hasta la fecha en una especie de limbo. Curiosamente, mientras saltan a la actualidad una vez más los contenidos de sus libros de texto en relación a la identidad de Navarra, la propia peripecia de las ikastolas navarras y su posible dilución (aún no despejada) en un órgano dominado por la CAV, se convierte en toda una metáfora.
Cabe destacar, no obstante, la buena predisposición de las ikastolas navarras a subsumirse entre las ikastolas de la CAV hasta el momento mismo de verificarse el reparto de cargos de la nueva organización.