¿El fin del cuatripartito en Pamplona?

El cuatripartito en Pamplona está roto. Asirón ha decidido remodelar el equipo de gobierno cesando a los representantes de Aranzadi e I-E cuyas áreas asumirán Geroa Bai y Bildu. Los socios del cuatripartito arrastran ya del pasado una serie de desencuentros relevantes, como cuando en diciembre un representante de Aranzadi se abstuvo en la votación de los Presupuestos para mostrar la “postura crítica” de la formación respecto a los mismos, situación que motivó la comparecencia de Asirón declarando que tal actitud no era “compatible con la continuidad del Gobierno municipal de cambio como tal», y que si algún miembro de Aranzadi se abstenía en la votación definitiva esta formación «podría formar parte del gobierno municipal pero no ostentando concejalías delegadas». Finalmente la abstención simbólica de un miembro de Aranzadi quedó en mero postureo y los miembros de esta formación apoyaron los Presupuestos, aunque una vez más quedaba en evidencia la mala relación subyacente entre los socios del cuatripartito. Tampoco nos sorprendamos demasiado, para algunos miembros de Podemos ETA es el ala izquierda de la derecha.

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En esta ocasión la gota que ha colmado el vaso han sido las discrepancias a la hora de gastar los 6 millones de euros extra que permite la ley de estabilidad debido al saneamiento de las cuentas. Aranzadi, por ejemplo, reclamaba una partida para la Casa de las Mujeres, que además está recogida en el acuerdo programático, Otro elemento de confrontación es la construcción de un carril bici en la cuesta del Labrit. Aranzadi reclama una inversión de 500.000 euros para la Casa de las Mujeres y de 300.000 para el carril bici. La respuesta de Asirón (que en 2015 sólo tuvo el 16% de los votos) y de Geroa Bai (15% de los votos) ha sido expulsar a Aranzadi e I-E del equipo de gobierno y poner en crisis no sólo al cuatripartito de Pamplona sino, acaso, al cuatripartito en todo el territorio foral. Porque todo en política son vasos comunicantes y todo tiene que ver con todo. El único pegamento son las fobias comunes, pero sin desdeñar ese pegamento es lo que les unía hasta hace 48 horas y no sirve como elemento nuevo.

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En este sentido, todo indica que en Pamplona espera ahora un año de parálisis (acaso de desamabilización) que podría extenderse también al Parlamento de Navarra. La ruptura, no obstante, pondrá en evidencia con mayor intensidad si cabe lo que ha resultado obvio durante toda la legislatura: que quienes realmente gobiernan son los nacionalistas y que Podemos-Aranzadi-IE son meras comparsas. El aparato mediático nacionalista, como primera reacción, ya está señalando a Aranzadi e I-E como fuerzas traidoras al cambio y posicionadas junto a las fuerzas del “régimen”. El “cambio”, por si alguien no lo tenía claro, es un monopolio del nacionalismo. El nacionalismo decide lo que es y lo que no es cambio. Cambio es lo que tiene que haber sólo donde no gobiernan los nacionalistas (vaya a hablar usted de cambio a Leiza, Echarri Aranaz o Alsasua). Aquí mandan Geroa y Bildu. A ver si, por otro lado, ahora que sólo mandan los nacionalistas notamos que algo es distinto o que, para oprobio de Podemos e I-E, antes todo era igual. Recibir la patada y seguir secundándolos sistemáticamente también resultaría bastante oprobioso, pero no por ello descartable en absoluto.

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Probablemente esto aguantará un año como sea pero el mensaje al electorado no obstante es devastador: no tiene sentido que nos voten porque después no somos capaces de gobernar juntos. Por otro lado, resulta tentador considerar que la ruptura del cuatripartito en Pamplona, los movimientos de Laura Pérez que podrían dar lugar al surgimiento de una nueva candidatura y los tanteos de Aranzadi para unirse a esa nueva candidatura no son casuales y dispersos, sino que a lo mejor hay relación entre todos ellos.