Qué bien han debido vivir Barcos y su entorno durante las últimas décadas que ahora nos salen en Geroa Bai con unas declaraciones alertando de una «ola del fascismo tradicional que nos está asolando y que a mí me asusta», y que esta ola de fascismo está ya a la «puerta de nuestra casa».
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Naturalmente Barcos no se refiere a todas las personas que llevan años y años perseguidas por la violencia nacionalista, o la violencia fascista del nacionalismo si lo prefieren, sino lo que le preocupa a Barcos es Trump y el trato a los inmigrantes. O acaso la condena al rapero Valtonyc. O la de la manada de Alsasua. Que por cierto, lo de las jaulas para los inmigrantes ya sucedía con Obama. Es más, las fotos que se han divulgado de niños enjaulados, a los que hizo referencia Barcos, son fotos tomadas durante el mandato de Obama. Paradójicamente, al final Trump es el que va a poner fin a la política que tanto indigna al progresismo europeo desde que no la practica Obama. Ahora dicen que no era lo mismo, pero las fotos que retuitean para ilustrar el horror, al menos en parte, eran de 2014.
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Dicho lo cual, la presidenta Barcos no deja de tener razón en su diagnóstico, sólo que la amenaza totalitaria no está al otro lado del Atlántico sino mucho más cerca. Para empezar, Barcos gobierna con gentes incapaces de llamar asesinos y terroristas a los presos de ETA, sino que son más de hacerles ongi etorris. Barcos también gobierna con formaciones cuyos líderes se emocionan cuando le pegan a un policía, azotarían a una periodista hasta que sangrase, o celebran la dictadura cubana o venezolana, o el aniversario de la URSS y la figura de Lenin. Efectivamente, las amenazas a la libertad andan muy cerca pero podemos ser todavía más cercanos y concretos.
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Hace apenas unas horas era atacada la sede de UPN en Puente la Reina. ¿Habrá algún detenido? Si lo hay, en el minuto uno empezará la campaña de victimización del detenido y deshumanización del agredido.
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El segundo hecho ha ocurrido en Alsasua con motivo de la celebración de las hogueras de San Juan. Se quemó en medio del pueblo y delante de los niños una maqueta del cuartel de la Guardia Civil. No nos intenten convencer de que fue una trifulca rutinaria como otras mil en el resto de España y, al mismo tiempo, nos confirmen que Alsasua es un lugar donde quemar muñecos de guardias civiles y casas cuartel es folclore popular.
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Naturalmente esto no es algo que ha empezado a ocurrir ahora después del ataque a los guardias y sus parejas, sucede desde mucho antes y de hecho, para el que tenga ojos en la cara, es lo que explica la agresiones, y lo que evidencia que no estamos ante una mera trifulca tabernaria. Eso sí, cómo van a condenar algunos que se les de una paliza a unos guardias civiles si no condenaban el tiro en la nuca a unos guardias civiles. O cómo van a considerar culpables de nada a los «chavales» de Alsasua si no consideran culpables de nada a los chavales de la gasolina y hasta a los chavales de los comandos. Y conste que en lo de una condena proporcional y justa estamos todos; que por cierto, que diga Barcos cuál sería para ella una condena justa y proporcional. Primero que arregle lo de la familia de la víctima que ha tenido que exiliarse Alsasua no por culpa de Trump, sino por la oleada de fascismo local, pero que después les explique a los juristas de qué delitos son culpables los “chavales” de la manada de Alsasua y la pena que merecen, si es que a diferencia de sus socios y la gente con la que se manifiesta cree que son culpables de algo y merecen alguna pena.
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El último episodio de las últimas jornadas se refiere al incidente que vivió un grupo de chicas rockeras durante un concierto en Vitoria. Las chicas del grupo Las Furias, una banda con raíces en Navarra heredera de Las Perras del Infierno, se disponían a ofrecer un concierto programado en Vitoria cuando un grupo de feministas radicales que se manifestaban contra la liberación de la manada les exigió suspender el concierto durante la media hora que ellas iban a manifestarse. El grupo musical se sumó desde los micrófonos a la protesta y al rechazo a la liberación de la manada, pero se negó a suspender el concierto durante tanto tiempo. Las feministas radicales se liaron entonces a insultar y amenazar a las componentes del grupo, llegando a utilizar la violencia y dañando los instrumentos. Las feministas radicales también gritaron a las cantantes: “¡Ojalá os hubieran violado a vosotras!”.
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El suceso ocurrido en Vitoria lo tiene todo: violencia contra mujeres protagonizada por mujeres, maritxulas agrediendo a quienes no obedecen sus órdenes, supuestas feministas deseando a otras mujeres que las violen… Definitivamente la estupidez, la intolerancia y la violencia no tienen género, pero es que al calor de cierta indignación popular, hasta cierto punto comprensible, se está pilotando el crecimiento de discursos completamente desrazonados y peligrosos.
Un comentario
Acabo de leer un libro de Primo Levi sobre Auschwitz. Levi era de joven un químico italiano de origen judío que fue detenido y deportado a ese campo nazi casi la final de la IIGM. Duró en el campo un año hasta su liberación por los soviéticos. Después dedicó su vida a escribir y a describir la vida en el campo. De su experiencia en carne propia pòdemos deducir que Levi sabía algo sobre el fascismo y el mazismo. Y sus relatos no son emocionales, sino que sorprende lo frío y descriptivo, casi científico, que es.
Pues bien, Levi dice, en un momento, que para él, la mejor descripción/definición del fascismo es la de aquél régimen que no considera que todos los individuos tienen los mismos derechos fundamentales.
Nuestro gobierno debería hacérselo mirar antes de empezar a juzgar a otros.