Hay veces en que los acontecimientos se precipitan y acumulan de tal manera que resulta difícil encontrar el hueco que merecen en la vibrante actualidad, es lo que ha pasado este fin de semana con la sentencia de la manada abertzale de Alsasua.
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Discutible desprorporción: las penas por cada delito no exceden los 3 años, pero algunos condenados suman varios delitos
Aunque la Audiencia Nacional exculpa a los acusados por el delito de terrorismo, los declara culpables de diversos delitos de atentado a la autoridad y lesiones, con agravante de abuso de superioridad y discriminación (odio). En este sentido hay que precisar que no han sido condenados a 13 años, como se viene publicando, por la comisión de ninguno de estos delitos, sino que la pena máxima para cada uno de ellos es de 3 años de prisión. Al haber diversos delitos que se acumulan, eso sí, la pena total es superior a los 3 años, como es lógico (no puede penarse lo mismo pegar a una persona que a 3), aunque la ley establece que no cumplirán una pena superior al triple de la pena máxima por la que hayan sido condenados, es decir 9 años. La sentencia, por otro lado, se puede recurrir.
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Los hechos probados ratifican la declaración de las víctimas
Los hechos probados en la sentencia describen la brutal paliza multitudinaria a la que fueron sometidos los guardias civiles y sus parejas, sin que nadie les ayudara, los golpes que recibieron ellos y ellas, las lesiones (incluyendo una rotura de tibia y peroné), golpes y hematomas que se les apreciaron, las secuelas psicológicas y en general las graves consecuencias que padecieron las víctimas del salvaje ataque, incluyendo meses de baja, tratamiento psicológico y cirugía.
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Los magistrados señalan en la sentencia que la salvaje agresión no fue un «simple altercado o pelea de bar», expresando que “es difícil suponer que se hubieran producido unos hechos de esta naturaleza y gravedad si se tratara de personas que no ostentaban la condición de guardias civiles”. Al mismo tiempo se refleja el ambiente de odio y señalamiento previo existente en la localidad, o la existencia de movimientos como los del OSPA EGUNA, al que pertenecían varios de los condenados. Que la sentencia descarte expresamente que se tratara de una mera “trifulca” retrata muy lamentablemente a la presidenta del Parlamento de Navarra, Ainhoa Aznárez, por ejemplo, que con absoluto desprecio de su cargo y responsabilidad, ahora vemos que también de los hechos, declaró durante una manifestación que lo sucedido en Alsasua era como una pelea que había habido en una boda en Almería y que todo era habitual y achacable al alcohol.
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Tampoco el alcalde de Pamplona, Joseba Asirón, queda en buen lugar, habiendo tratado lo sucedido como una pelea entre borrachos. Es más, vino a equiparar a las víctimas con los agresores y a tildar de borrachos al grupo agredido: “A las 5 de la mañana, se sea un guardia civil fuera de servicio o se sea un joven de Alsasua es prácticamente imposible pensar que pueda pasar un control de alcoholemia”. “Eso se ha convertido en un delito de terrorismo. Y eso me parece terrible”.
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Retratado queda también el cuatripartito por aquella vergonzosa declaración del Parlamento de Navarra, llamando a secundar una manifestación bajo el lema “Justicia no es terrorismo”. Y efectivamente, los acusados no han sido condenados por terrorismo. Resulta inaudito que un Parlamento se manifieste indicando cuál tiene que ser el resultado de una sentencia, o victimizando preventivamente a unos salvajes que ni siquiera habían sido aún condenados.
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La desproporción va por barrios
¿Es desproporcionado condenar a Bárcenas a 33 años de cárcel, o a Correa a 51 por un caso de corrupción? Debe serlo, porque ni ha habido manifestaciones populares ni ningún parlamento autonómico se ha pronunciado apoyándolas y reclamando una pena proporcional.
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Desmontadas las alegaciones de la defensa
Las 67 páginas de la sentencia desmontan alegaciones como que la rueda de reconocimiento a la manada de Alsasua se hiciera con extranjeros, que hubiera un vídeo que demostraba que uno de los condenados no pudo participar en la paliza (la grabación era de horas antes) o que otro vídeo mostrara la actitud pacífica de uno de los acusados (ni siquiera en el momento de grabar el vídeo, posterior a los hechos y ya con la Policía Foral presente) o la falta de lesiones aparentes de una de las víctimas, concretamente el sargento, cuestión que no se puede apreciar en un vídeo de escasa calidad presentado pos la defensa pero que refleja claramente el informe médico.
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Son todos los que están, pero no están todos los que son
Todos los acusados son culpables, pero hay culpables que han quedado impunes. En la paliza no sólo participaron los 8 condenados, sino más personas que no pudieron ser identificadas. Eso sí es una injusticia en todo este caso. En cuanto a los principales culpables, con cuyas caricaturas sonrientes nos han bombardeado, cuyas madres coraje nos han paseado por todos los medios (también las víctimas tienen madres), Ohian Arnanz propinó un puñetazo al teniente de la Guardia Civil y golpeó también a su novia. Adur Ramírez golpeaba al teniente ya con la pierna rota, medio inconsciente e indefenso, dice la sentencia que dirigiéndole golpes “especialmente a la cabeza”. Aratz Urrizola le golpeaba también al teniente en la cabeza y, cuando se interpuso la novia del teniente, le dio una patada a la novia. Estos son los defendidos por las instituciones navarras. Por los políticos que dicen que fue todo un montaje policial. Y por los que piensan que la pena proporcional a los componentes de la manada de Alsasua es recibirlos como héroes y bailarles un aurresku, cosa que sin duda se hará a su debido tiempo.
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