Lejos del papel institucional que le corresponde en virtud de su cargo, Elena Torres se erigió en portavoz del PSN y arremetió contra la labor de UPN y CDN durante la anterior legislatura. Así, acusó a UPN de ser el culpable de la crispación estableciendo que, “por culpa de la acción interesada de unos pocos”, la pluralidad de Navarra ha servido de “argumento para la división y la confrontación”, a lo que añadió que “nadie debe por intereses partidistas tras un puñado de votos utilizar las instituciones en beneficio propio contra el adversario”. Evidentemente doña Elena Torres estaba pensando en las diferencias surgidas entre el Gobierno Foral y la Moncloa a cuenta del papel de Navarra en el “proceso” de negociación con ETA. La presidenta se refirió a ese choque que “algunos se han encargado de atizar apelando al discurso del miedo”, y pidió lealtad institucional con el gobierno de Zapatero.
A Patxi Zabaleta no le gustó la presencia de Rajoy y la ministra Salgado en la toma de posesión de Sanz. Paradójicamente, se erigió en defensor de la “independencia” de Navarra quien en unas elecciones se ha presentado como líder de Nafarroa Bai y en otras como líder de Euskal Herria Bai. En cambio, significativamente, le pareció “oportuno y adecuado” el discurso de la presidenta del Parlamento.
El batasuno Pernando Barrena, por su parte, consideró una “auténtica desgracia” la presidencia de Sanz. De sus palabras parece inferirse que la elección de cualquier otro candidato no le hubiera parecido tan mal a ETA-Batasuna. Es lamentable que los terroristas perciban que con otro presidente les iría mejor, sobre todo para el resto de candidatos.