El lanzamiento del chupinazo en Berriozar ha sido un pequeño test para Nafarroa Bai. La petición mayoritaria del pleno municipal, solicitando al alcalde Xavier Lasa que impidiera que tal honor recayera sobre ANV, creó una cierta situación de semejanza con la generada por el PSN en el ayuntamiento de Pamplona, cuando la mayoría del pleno solicitó por ejemplo la destitución del jefe de la policía municipal, Simón Santamaría. Así, Zabaleta reclamaba coherencia los días pasados a Sergio Sayas. Si Lasa debía obedecer al pleno o presentar su dimisión, otro tanto debiera exigirle Sayas a Yolanda Barcina. Naturalmente, esta reclamación de Zabaleta pasaba necesariamente por el hecho de que Xavier Lasa obedeciera al pleno y retirara a ANV el honor de lanzar el chupinazo.
El chupinazo lo lanza un enmascarado (cuya identidad es un misterio).
En cierto modo, Nafarroa Bai no ha hecho lo que reclama a Yolanda Barcina. A fin de cuentas, lo que ha hecho es consensuar una solución con ANV. ¿Qué hubiera hecho Nabai si no hubiera habido consenso? Nabai abre así, de todas formas, la posibilidad de que Barcina consensúe una solución a su reprobación con los socialistas. Llama la atención, por lo demás, la satisfacción y falta de seriedad con la que Nabai propone como ejemplo su propia maniobra. A fin de cuentas, después de todo hay una clara disparidad entre el caso de Berriozar y el de Pamplona. Y es que resulta poco probable que una alcaldesa seria, siguiendo los pasos de Nabai, vaya a nombrar jefe de policía a un kiliki.